» Un estudio que ayuda a prevenir un infarto cerebral

Esta nota fue creada el lunes, 17 noviembre, 2014 a las 6:45 hrs
Sección: La corazonada

Las estadísticas de mortalidad en México, establecen que las lesiones cerebrales son la tercera causa de muerte en nuestro país. Esta información es muy reciente, pues fue publicada en septiembre pasado con motivo del informe presidencial.

El año pasado murieron casi cuarenta mil mexicanos por infarto cerebral.

Las principales lesiones cerebrales que llevan a la muerte a los pacientes son: la hemorragia cerebral y el infarto cerebral tanto por embolia como por trombosis de las arterias que irrigan la cabeza.

Los vasos sanguíneos que van hacia el cerebro son las arterias carótidas por la parte frontal y las vertebrales por la parte posterior del cuello. Estos dos sistemas vasculares son susceptibles de sufrir una obstrucción por varios problemas y también de romperse. Las principales causas de que un vaso se obstruya son el tabaquismo, la diabetes mellitus, la Dislipidemia y la hipertensión arterial, que provocan el desarrollo de una placa de ateroesclerosis en el vaso, lo que lleva a la isquemia y finalmente a un infarto cerebral, debido a una trombosis local. Esta enfermedad es idéntica a la que ocurre en las coronarias y que lleva a un infarto del miocardio y que ocurre también en los demás sistemas arteriales.

Otra causa de isquemia aguda, es la obstrucción de la arteria provocada por un émbolo. Habitualmente éste está formado por plaquetas y fibrina, desprendidos generalmente del corazón, por arritmias o un corazón dilatado, pero puede ser directamente de las carótidas o de las vertebrales.

Aproximadamente el 60% de quienes sufren un infarto cerebral fallecen, un 20% en las primeras 24 horas y el resto en unos siete días. Quienes logran sobrevivir, quedan con secuelas de diversos tipos y de severidad muy variada. A veces quedan postrados en una silla de ruedas por el resto de sus vidas y no hay que olvidar que más de la mitad pueden tener un nuevo infarto cerebral dentro del primer año, sobre todo si no controlan los factores de riesgo que los había llevado al primer infarto. Por ejemplo, si una persona continúa fumando, su mortalidad es cinco veces mayor que la que ocurre en personas que abandonaron el cigarro.

En el caso de la hemorragia cerebral, puede ser ocasionada por malformaciones congénitas de una arteria cerebral, por el empleo de drogas como la cocaína o por una crisis de hipertensión arterial. Hay dos principales formas de una malformación vascular: un aneurisma cerebral que es una dilatación arterial, similar a un chipote en una llanta de bicicleta y las malformaciones arteriovenosas, que son como una madeja muy delgada y débil de vasos sanguíneos, por lo que tiende a romperse con facilidad.

Si bien las hemorragias debidas al uso de cocaína es cada vez más común, es la hipertensión arterial descontrolada la que ocasiona la mayoría de las hemorragias cerebrales. Es una verdadera desgracia, pero la mortalidad sigue siendo de un 90% dentro de la primera semana. La lesión consiste en la salida de la sangre del interior de los vasos sanguíneos, con lo cual se acumula en las membranas que cubren al cerebro, conocidas como meninges lo que recibe el nombre de hemorragia subaracnoidea o bien irrumpe directamente en el cerebro y se le llama hemorragia parenquimatosa, pues el parénquima es la estructura celular de cada órgano de nuestro cuerpo. En ambos casos, se destruye el tejido cerebral en forma masiva, lo que provoca tan alta mortalidad y las terribles secuelas de los escasos supervivientes.

Si bien hay otras causas de infarto cerebral como la leucemia, algunas variedades de anemia, ciertos tipos de tumores y aún las infecciones en el corazón, es la ateroesclerosis cerebral la principal causa de un infarto en este órgano.

Por esta razón, es muy afortunado que exista un estudio que nos puede definir qué pacientes están en riesgo de padecer un infarto cerebral y lo puede hacer incluso varios años antes, pues define perfectamente cuando las arterias cerebrales ya se están obstruyendo.

Una placa de ateroma está compuesta de colesterol y tejido de cicatrización, conocido como tejido fibroso y que se presenta debido a los esfuerzos que el organismo desarrolla para reparar el daño que provoca la acumulación de grasas en la pared de la arteria.

Existen muchos estudios que pueden identificar las placas de ateroma, como el cateterismo, que es el más importante, por lo que se considera “el estudio de oro” para definir una placa de grasa y la necesidad de operar al paciente, así como la resonancia magnética nuclear y varios tipos de estudios radiológicos como la tomografía computada. Sin embargo, por su bajo costo, por la seguridad de la información que brinda y que no ocasiona ningún problema ni es doloroso, el ultrasonido carotídeo y de arterias vertebrales es el mejor estudio que su médico puede indicarle.

Los dos principales motivos para realizar este estudio son, primero para definir si una persona con síntomas de isquemia cerebral está padeciendo de ateroesclerosis y en segundo lugar, establecer si un paciente hipertenso está llevando un buen control de su enfermedad, pues si tiene engrosamiento de las paredes de las carótidas, no cabe duda que no lo está llevando correctamente.

El ultrasonido demuestra si una arteria tiene algún grado de obstrucción y en caso de considerarse mayor al 75%, pasamos directamente a la Sala de Hemodinámica para efectuar un cateterismo diagnóstico y si las lesiones son susceptibles, realizamos la aplicación de un globo y un stent carotídeo. Las vertebrales son tan delgadas que no se pueden tratar con este método llamado angioplastia con aplicación de stent. He tenido casos dramáticos en los que el paciente tiene un deterioro muy severo, por ejemplo no puede hablar ni caminar y después del tratamiento y un período de rehabilitación, quedan sin daño alguno.

Espero haberles dado información útil y sigo a sus órdenes.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com

Hasta la próxima.





           



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