
Si bien a nivel federal se ha notado un cambio en la política de “abrazos no balazos’’ que tantos muertos regó en el país, en la capital las autoridades han dejado crecer a la industria de la manifestación, de la cual fueron beneficiarios en su momento.
No extraña por ello, la protesta de un centenar de policías en activo y jubilados que intentaron protestar ayer por los hechos recientes de la manifestación del 2 de octubre, en la que casi un centenar de uniformados resultaron heridos.
Para los heridos hubo sólo palabras de reconocimiento del jefe de la policía capitalina, Pablo Vázquez y del secretario de Gobierno de la CDMX, César Cravioto, que ese día resaltaron el valor de los uniformados por “resistir’’, “por no caer en provocaciones’’.
No importa que los hayan intentado asesinar con bombas molotov o golpeándolos en pandilla hasta dejarlos inconscientes; resistieron porque la orden fue que no “cayeran en provocaciones’’.
Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum se preguntó qué querían los embozados que en cada manifestación agreden, saquean, roban.
“Provocarnos’’, se respondió, “para hacernos parecer como un gobierno represor’’.
Puede ser, pero si, como dijo la jefa de Gobierno, Clara Brugada, que estaban identificados los provocadores, ¿por qué no hay una labor de inteligencia previa para impedir que se infiltren en las manifestaciones?
Y si ya se infiltraron, ¿por qué no hay una estrategia para encapsular a ese grupo que, además, es perfectamente identificable?
Cinco policías de los casi cien que fueron agredidos el jueves pasado permanecen hospitalizados; el resto fue dado de alta pero como tampoco se conocieron sus nombres y sus rangos, no se puede conocer hasta qué punto su integridad física fue puesta en riesgo.
Pasó lo mismo el 26 de septiembre en la conmemoración de la matanza de Ayotzinapa y seguirá pasando en las manifestaciones de la CNTE o en marzo próximo, cuando salgan a las calles los grupos feministas entre los cuales siempre hay quien porta mazos, martillos y otras herramientas “para protestar’’.
Nadie pide una “represión’’ como la de 1968, sino la garantía de que la policía estará en las manifestaciones para cuidar y proteger la vida y el patrimonio de los ciudadanos.
Y ahora, desde luego, de ellos mismos.
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Morena en la Cámara de Diputados se prepara para hacer otra de las suyas, ahora con la Ley Aduanera, aprobada ayer en Comisiones y que será discutida hoy en el pleno.
Sucede que a la iniciativa presidencial se le hicieron varios cambios, peeero tiene una grave omisión: no hay una acción vinculante o que responsabilice del contrabando y/o evasión fiscal a las autoridades aduanales.
Todo el peso de la responsabilidad (o culpa) recae en los agentes aduanales, según el texto aprobado ayer.
Así que en medio del mayor escándalo de corrupción en la historia del país que involucra a las autoridades aduaneras (marinos, mandos civiles y empresarios), en una crisis absoluta de credibilidad, los diputados de Morena y sus aliados olvidaron convenientemente establecer obligaciones de control y supervisión, además de las sanciones por incumplir con su trabajo, a las autoridades de la Agencia Nacional de Aduanas, el SAT y la Secretaría de Hacienda.
Ahí hay una buena bola para que la vuele Ricardo Monreal.
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La violencia sin fin que padece Guerrero cobró la vida del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, párroco de la comunidad de Mezcala.
El narco antes respetaba los hábitos, ahora los considera un estorbo mientras la gobernadora hace como que hace.
@adriantrejo