La causa más frecuente de que los pulmones se llenen de agua, es la falla del corazón. Los médicos titulamos como insuficiencia cardíaca a esta situación, que es un grave problema de salud en todo el mundo, tanto por la grave repercusión que tiene en las personas, ya que provoca una alta mortalidad, como por el hecho de que es un síndrome muy frecuente.
Lo llamamos síndrome y no enfermedad, porque es un conjunto de síntomas que tiene varias causas. El término tiene un origen etimológico sencillo: sin significa “con” y dromos es “carrera”, de tal manera que las molestias que tienen los pacientes, “corren juntas” aunque tengan causas diferentes. En todo el mundo, el infarto del miocardio es la primera causa de la insuficiencia cardíaca, con más del 80% de los casos, pues ha alcanzado proporciones de epidemia. Otras causas son la inflamación del corazón (proceso conocido como miocarditis), un traumatismo en el pecho, el daño cardíaco que ocasiona el alcohol y algunos medicamentos como los que se usan en el cáncer y otras más.
En los pacientes de 60 años y más, es la primera causa de internamientos repetitivos, de hecho alcanza el 2% del total de pacientes que son hospitalizados en todo el mundo. Aproximadamente el 70% de los pacientes con insuficiencia cardíaca, mueren en los seis meses siguientes si no reciben un tratamiento adecuado y aún en los mejores hospitales, uno de cada cinco pacientes, habrá de fallecer en los siguientes doce meses.
Hay que diferenciar entre un derrame pleural, que es la acumulación de agua por fuera del pulmón y el agua que se acumula en el interior, en donde se encuentra el espacio aéreo del pulmón, pues es la zona donde se intercambia el aire nuevo que respiramos, por el aire que ya usamos y estamos expulsando.
El corazón envía la sangre venosa de todo el cuerpo hacia los pulmones para que se vuelva a oxigenar y lo hace mediante el lado derecho y la recibe por el lado izquierdo, ya enriquecida de oxígeno, en la aurícula izquierda, que a su vez la pasará al ventrículo del mismo lado, para que sea enviada a todo el cuerpo, ya convertida en sangre arterial, rica en oxígeno. Este proceso lo repite el corazón 60 a 100 veces cada minuto, desde antes de nacer hasta nuestra muerte.
El aparato circulatorio es un sistema hidráulico, por lo que cualquier cambio en la presión del sistema tiene grandes repercusiones y estanca la libre circulación de la sangre. El infarto del miocardio y las otras causas de insuficiencia cardíaca, provocan que la sangre no se pueda expulsar de manera adecuada y entonces se empieza a tener un remanente dentro del ventrículo izquierdo, que provoca a su vez que la aurícula izquierda no pueda vaciarse hacia el ventrículo y lo mismo pasa con los pulmones que no pueden vaciar su sangre hacia la aurícula, ya que el aumento de presión empieza a estancar la circulación y por eso el agua empieza a fugarse hacia el espacio aéreo.
El resultado de este proceso es la falta de aire, que es un síntoma conocido como disnea (literalmente “respiración difícil”), que es un problema progresivo, llegando a provocar que el paciente tenga que dormir cada vez con más almohadas, hasta llegar a permanecer sentado para respirar de manera obligatoria y entonces al síntoma lo llamamos ortopnea (“respirar recto”) que se acompaña de crisis de disnea en la noche, cuando el paciente está dormido.
Estos dos datos, la ortopnea y la disnea nocturna súbita, son premonitorios, son avisos de que el corazón está trabajando muy mal y de que en cualquier momento, el agua se fugará hacia el espacio aéreo en forma masiva, provocando lo que llamamos Edema Agudo del Pulmón.
Este proceso, es al que los médicos nos referimos al mencionar que a un paciente “se le llenaron de agua los pulmones” y tiene una mortalidad muy alta.
El paciente se ve obligado a buscar ayuda hospitalaria, pues se está ahogando en sus propios líquidos, está amoratado, angustiado, sudando frío, con una respiración muy agitada, que se oye a distancia, pues cualquier persona a tres o más metros del paciente, escuchará los ruidos respiratorios del mismo.
En estos casos, la familia no debe perder el tiempo y acudir al hospital más cercano, que es lo más conveniente. Si ya sabían que su paciente padece de infarto y angina de pecho y le ocurre un edema pulmonar, les conviene administrarle medicamentos de la familia de la nitroglicerina, que ya antes le hayan sido prescritos, como perlas de nitroglicerina, spray de isosorbide o tabletas sublinguales y de todos modos acudir al hospital. Si cuenta con oxígeno en su domicilio, le conviene usarlo a 3 litros por minuto en tanto llegan.
En los hospitales mantenemos sentados a los pacientes, los examinamos y tomamos signos vitales y les hacemos exámenes inmediatos, que incluyen una determinación de su nivel de oxígeno en la sangre. Si es menor a 30, sedamos al paciente y le colocamos un tubo en la tráquea pues el paro cardíaco es inminente. Si el oxígeno está entre 30 y 50, le colocamos una mascarilla con oxígeno al 100% y en ambos casos, aplicamos medicamentos diuréticos por la vena y nitroglicerina y otros medicamentos sólo de uso hospitalario, como la meperidina (un pariente de la morfina) y el nitroprusiato de sodio, un vasodilatador que salva vidas. Luego de estabilizar al paciente, buscamos la causa de su descompensación y procedemos en consecuencia, ya que algunos pacientes llegan a esto por un nuevo infarto o una angina de pecho que duró más de los veinte minutos. Aún en los mejores hospitales del mundo, uno de cada tres pacientes a quienes se les “llenan de agua los pulmones” fallecen en las primeras 48 horas.
Sale del objetivo de hoy que analicemos las causas no cardiológicas del edema de pulmón, pero no puedo dejar de mencionarles que las metanfetaminas y la cocaína son drogas que causan este problema, aunque el corazón esté sano.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Ojala les haya brindado información útil y nos vemos en la próxima.