En esta mi primera participación con el extraordinario sitio “callemexico.com”, con el objetivo de divulgar aspectos relacionados con la salud cardiovascular, he decidido ofrecer a los lectores una semblanza de la enorme diferencia que tiene el corazón masculino con el femenino.
Efectivamente, los franceses dicen que “viva la diferencia” y sin duda alguna, a Ustedes la diferencia les resultará sorprendente.
Las mujeres se quejan de que los hombres les rompemos el corazón, pero lo que no saben es que un infarto del miocardio les rompe el corazón tres veces más seguido que a los varones, puesto que las enfermas del corazón, se comportan en una forma sustancialmente diferente a los hombres.
En relación a la frecuencia de infarto del miocardio, es menor en las mujeres en una proporción tres a uno, pues se encuentran protegidas por las hormonas femeninas, lo cual explica que después de la menopausia esta proporción sea menor y casi alcanzan a los varones en cuanto a la frecuencia de esta enfermedad.
Algo sorprendente es que la frecuencia de infarto sin dolor, así como las complicaciones mecánicas del infarto, como es la ruptura cardíaca, es mayor en las mujeres.
Para los médicos la cosa se nos complica desde el diagnóstico, pues las mujeres tienen pruebas negativas para enfermedad cardiaca con mucha frecuencia… ¡aunque estén a punto de que les ocurra un infarto!, además de que, en muy lamentables ocasiones, sus exámenes pueden salir normales aunque estén muy enfermas.
En otras palabras, tienen pruebas falsamente negativas más frecuentemente que los hombres y en ocasiones sus exámenes son positivos para la enfermedad, aunque estén sanas.
Así pues, la angina de pecho y el infarto del miocardio son completamente diferentes en su presentación clínica y eso depende del género.
Hay que destacar que la principal causa en todo el mundo de estas enfermedades, es la presencia de placas de grasa y fibras de colágeno en el interior de las arterias, lo que las obstruye y que recibe el nombre de “ateroesclerosis” que literalmente quiere decir proliferación de grasa y tejido duro.
Pero un 5% de personas padecen infarto y angina de pecho sin esta lesión, ya que no tienen las arterias obstruidas.
Con las enfermedades valvulares cardíacas ocurre una situación semejante, ya que la fiebre reumática afecta más seguido a las mujeres, en proporción 5 a 1, respecto a los varones y una situación semejante ocurre con las enfermedades reumáticas que lesionan al corazón, como el lupus o la artritis reumatoide, que son diez veces más frecuentes en las mujeres.
Un aspecto interesante que analizar es el empleo de estrógenos en las mujeres que ya pasaron al climaterio. Si bien esta práctica es cada vez más común, los médicos tenemos poco sustento científico, que justifique esta práctica.
Los riesgos de desarrollar cáncer de mama o de cuello uterino son bajos al utilizar estrógenos, pero no justifican su empleo rutinario, puesto que solamente las mujeres diabéticas se ven beneficiadas del empleo de hormonas en la postmenopausia, así que no deben usarse tan frecuenetemente como ocurre en la actualidad.
Otro aspecto que conviene analizar es el empleo rutinario de aspirinas como un mecanismo de prevención del infarto.
No ha sido demostrado en ningún género, que tomar diario una aspirina pueda disminuir el riesgo de infarto. Si bien no hay duda que en pacienetes que ya son conocidos con angina de pecho o que han sufrido un infarto, la aspirina es imprescindible y disminuye un 53% de muertes y de un nuevo infarto (a lo que se le llama prevención secundaria), no se extiende este beneficio a personas que son sanas y que toman aspirina (a lo que se le conoce como prevención primaria).
El tabaquismo es otra enfermedasd que amerita un análisis independiente, por su enorme relación con las enfermedades cardiovasculares.
En un estudio reciente que hiciéramos en el Hospital de Cardiología en el Centro Médico Nacional, nos encontramos con que el 60% de las personas que ingresaron con un infarto, eran fumadores.
Lo sorprendente fue que cuando analizamos este dato separado por géneros, el 78% de las mujeres eran fumadoras.
Así pues, a partir de los años cincuenta del siglo pasado en que las mujeres empezaron a fumar en forma masiva, es mayor la proporción de mujeres fumadoras que la de hombres que también fuman, en ese universo del 26% de la población mexicana que fuma.
Con esta información, el lector entenderá fácilmente porqué se están llevando a cabo campañas nacionales en los medios de comunicación, para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Ya era hora, puesto que cada año hay unos 18 millones de personas que mueren en el mumdo y en nuestro país es la primera causa de muerte en ambos géneros. Por eso las sociedades de cardiología de todo el mundo, se unieron a la Organización Mundial de la Salud, para dedicar un día al corazón, una vez al año.
Esto se efectúa el último domingo de Septiembre y en nuestro país ha sido todo un éxito. El principal objetivo de esta conmemoración es promover la prevención de este tipo de enfermedades en todo el mundo, un esfuerzo que hasta ahora no ha dado frutos, pues no se han logrado cambios sustanciales en el estilo de vida de la población en general y de las mujeres en particular.
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