Como el corazón debe mantener en circulación toda la sangre que una persona posee, bombea con gran fuerza unos 5 litros por minuto.
Se necesita que este bombeo pulsátil (a manera de chorros de sangre de unos 60 mililitros por minuto), llegue a todo el organismo de manera suave, por lo que la sangre es expulsada del corazón a unos 130 milímetros de Mercurio (mmHg) pero llega a los diferentes órganos a unos 30 mmHg, lo cual es fundamental para mantener la perfusión y no provocar daños.
Si la presión baja, las personas nos desmayaríamos y podríamos morir debido a lo que se conoce como estado de choque y si sube mucho, se romperá un vaso sanguíneo del cerebro, que es el órgano que menos tolera la presión y nos costaría la vida debido a lo que se llama una hemorragia cerebral.
Esta tremenda regulación se debe a varios mecanismos y uno de los más importantes es la aorta, por lo que les trataré de explicar brevemente qué es este vaso sanguíneo y cómo puede enfermar.
La aorta es la mayor arteria del cuerpo y no debemos llamarla la gran vena aorta, como frecuentemente lo escucho, pues eso es un gran error.
La aorta está formada de tres capas, superpuestas como las telas o capas de una cebolla. De adentro hacia fuera, la primera capa es la íntima, justamente donde está el endotelio (les recomiendo ver el capítulo “El desconocido tapiz del corazón” en esta misma columna.
La segunda capa tiene músculo y unas 70 láminas elásticas, ¡que son precisamente las que amortiguan las tremendas ondas pulsátiles del corazón! y la tercera capa es conocida como adventicia que une a la aorta con todos los órganos cercanos a ella.
Es muy importante recordar esta información para entender las enfermedades que afectan a la aorta, que son un problema mucho más frecuente de lo que usted se imagina. Aparte de las lesiones de la válvula de la aorta de las que ya hemos hablado, el resto de la aorta puede tener lesiones de nacimiento o adquiridas y en las líneas siguientes solamente les mencionaré las más comunes.
De nacimiento, la aorta puede estar muy estrecha en algún nivel, lo que llamamos coartación de la aorta. Uno de cada doce mil niños nace con una lesión de este tipo en nuestro país y había que operarlos a todos, con riesgo alto aunque era una cirugía ya muy controlada.
Por fortuna en los últimos 15 años podemos resolver este problema con cateterismo intervencionista, gracias a un globo que le inflamos dentro y que permite dejarle implantado un stent para que no se vuelva a cerrar.
Otra lesión de nacimiento es la enfermedad de Marfán, que requiere toda una columna para su análisis pues es muy frecuente y tiene una terrible repercusión en las familias pues es una enfermedad hereditaria, no sólo de nacimiento. Las lesiones que provoca la enfermedad de Marfán generalmente se manifiestan desde la adolescencia y en la edad adulta, sobre todo lo que llamamos un aneurisma que les explicaré más adelante.
Otra enfermedad hereditaria es la de Ehlers, que también es hereditaria y se acompaña de una excesiva elasticidad en la piel y las articulaciones; son estas personas que vemos en los espectáculos y que son capaces de cubrirse el rostro con la piel del cuello y voltear completamente sus brazos y piernas.
La otra forma de enfermarse la aorta, es conocida como adquirida. Hablaré más ampliamente de la ateroesclerosis aórtica como principal causa de enfermedad, pero no hay que olvidar que otras formas adquiridas son las siguientes: la sífilis, los traumatismos y la enfermedad de Takayasu, que es una afección inflamatoria tan severa, que provoca la obstrucción total de varias arterias por lo que se conoce como “la enfermedad sin pulsos”.
La ateroesclerosis es una enfermedad que provoca lesiones en todos los vasos sanguíneos, pero afecta sobre todo a las arterias. Es la causa principal de muerte en todo el mundo, pues unos 18 millones de personas mueren cada año por enfermedad cardiovascular y la ateroesclerosis es la principal causa y con mucho margen. En la aorta puede provocar muchos tipos de lesión, pero me referiré solamente a tres: la obstrucción de la aorta, el aneurisma y la disección.
La naturaleza es muy sabia, por lo que en cuanto detecta una lesión en la íntima de la aorta, intenta repararla, pero debido a que las causas de la lesión no se interrumpen, la naturaleza termina provocando una excesiva cicatrización, que va cerrando la arteria y ocasionando cada vez un menor flujo a los órganos.
Por eso vemos personas amputadas de las piernas debido a que eran grandes fumadoras (sobre todo en la enfermedad conocida como Leriche), así como lo vemos en diabéticos y enfermos de colesterol elevado.
El tratamiento de las obstrucciones de la aorta tiene que ser multidisciplinario, pues se deben controlar los factores que llevaron al paciente a la obstrucción y agrandar la luz del vaso sanguíneo mediante un stent implantado con cardiología intervencionista o colocar un puente artificial implantado mediante cirugía.
La decisión del tipo de tratamiento se toma mediante un análisis individual de cada caso, donde participan varios médicos especialistas: cardiólogo, cirujano cardiovascular, angiólogo, etc.
En el caso de la disección aórtica, el paciente sufre un terrible dolor en el pecho, que le da una sensación inminente de muerte, sudoración fría y náuseas durante varias horas.
El problema es que las tres capas de la aorta se separan y la sangre penetra a la capa media, con lo que a veces la disección se corre del tórax hasta las piernas. Como en las obstrucciones, una sesión conjunta de varios especialistas se hace necesaria para decidir el mejor manejo. Algunas veces colocar un stent en el sitio donde se inició la disección permite un buen manejo, en tanto que en algunas ocasiones ni la cirugía puede ofrecer un posible manejo agudo y el paciente debe ser estabilizado en terapia intensiva para ser revalorado una a dos semanas más tarde si conserva la vida.
Como ven es a veces una situación desesperada.
Los aneurismas aórticos son también un grave problema de salud, de difícil manejo pero que fundamentalmente es quirúrgico. La lesión consiste en una dilatación sacular de la pared de la aorta, como un chipote en una llanta de bicicleta después de un golpe contra la banqueta.
En la Figura 1 les muestro una tomografía de un paciente con un aneurisma abdominal abajo de las arterias de los riñones. Dado que uno de cada cuatro pacientes tienen dobles o triples aneurismas, la situación se complica todavía más para ellos.
Lo fundamental para estos pacientes sigue siendo la prevención, por lo que siento que nunca habré hecho suficiente énfasis en la necesidad de abandonar el tabaco, de controlar muy bien la presión arterial, los lípidos altos y la diabetes mellitus.
La aorta enferma mata mucha gente. No la descuides.
Hasta la próxima