» Estrés e infarto

Esta nota fue creada el lunes, 19 agosto, 2013 a las 3:00 hrs
Sección: La corazonada

Puesto que las enfermedades del corazón tienen muchos factores que las provocan y regulan la evolución de los pacientes que las padecen, es muy difícil asegurar que un solo factor sea el responsable de que una persona padezca un infarto o pueda evitarlo. Este es el caso de la relación que existe entre el estrés y el infarto, conocida por decenios, pero no completamente estudiada.

El estrés es una reacción natural de las personas, necesaria para enfrentar cualquier evento de la vida diaria que se identifica como una amenaza. Nos ha acompañado desde nuestros orígenes, pues la naturaleza diseñó esta respuesta para que podamos salvar la vida. El mayor problema es que hay personas que reaccionan de modo exagerado aún en eventos intrascendentes.

Las respuestas de nuestro cuerpo ante el estrés son múltiples e incluyen a todos nuestros aparatos y sistemas.  La piel se pone fría y pálida para disminuir el riesgo de sangrados por una potencial herida y porque se concentra la sangre en órganos vitales y en los músculos, para lo cual el corazón late más aprisa.

Se elevan varias sustancias en la sangre que nos preparan para la lucha o la huida y aumenta nuestra coagulación de manera temporal. Se dilatan las pupilas, todo el vello corporal se eriza, la boca se seca y respiras más rápido.

Aprender a regular esta respuesta fisiológica es la clave para que el estrés no dañe al corazón y a otras partes del cuerpo.

Es necesario tener presente que el estrés es una respuesta a la ansiedad y no todos podemos manejar bien la ansiedad.

De hecho, desde hace un siglo, se reconoció que las respuestas fisiológicas son individuales y dependen de la personalidad de cada uno de nosotros. No hay que pasar por alto que la personalidad es el resultado de lo que heredamos, la escolaridad, la educación y las experiencias propias, por lo que la forma en que cada persona responde a la ansiedad es particular.

En definitiva, la base fisiológica del estrés es neurohumoral. Es decir, hay participación de nuestro cerebro y de sustancias en la sangre llamadas “humores”,  que son hormonas, nombre derivado del griego hormao que significa “yo te hago trabajar”. Así pues, las hormonas son secretadas por un órgano (al que llamamos glándula) y llegan. a través de la sangre, a otros órganos para que realicen una acción específica.

Cuando estamos sometidos a estrés, activamos a nuestro cerebro para que se disparen muchos mecanismos humorales. El más importante es el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales; el estrés activa una parte del cerebro que produce una sustancia que estimula a la glándula maestra localizada en la base del cerebro y que a su vez produce otra sustancia que estimula a las glándulas colocadas arriba de los riñones, para producir cortisol, adrenalina y noradrenalina. Las sustancias del estrés.

Éstas son las responsables de provocar todas las respuestas que vemos en quienes tienen estrés: el corazón que late aprisa, se sube la presión, aumentamos nuestro número de respiraciones, la sangre se concentra hacia órganos vitales por lo que la piel se pone pálida y fría.

Éstas son las respuestas del estrés agudo, algo que muchas personas no pueden manejar por lo que caen en estrés crónico y pueden desarrollar diversos tipos de enfermedades.

El infarto está completamente relacionado con el estrés, pero no es el factor más importante, puesto que la mala circulación de las arterias del corazón se presenta por una obstrucción que es provocada por muchos factores más importantes como la diabetes mellitus, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la herencia, la edad y la elevación del colesterol en la sangre.

Hay dos variedades de estrés: el agudo y el crónico. Sin embargo, están descritos otros síndromes relacionados con el estrés ocupacional. Entre ellos está el Síndrome de “burn out” literalmente “quemado o desgastado” que se aplica a personas muy competitivas, que no toman vacaciones, se exigen más de la cuenta y terminan por caer en una crisis de cansancio extremo. El Síndrome de “mobbing” que se relaciona con un grave desgaste mental por acoso psicológico, laboral o escolar.

Otro es el estado de estrés postraumático, resultante de un evento personal o familiar muy grave y el peor de todos es el descrito en Japón, llamado Síndrome Karoshi, que es la muerte por estrés en los trabajadores, secundaria a un infarto o un accidente vascular cerebral.

En México está bien reconocido el estrés laboral como causa de enfermedades de varios tipos. En el ámbito cardiovascular, el infarto y la hipertensión arterial tienen relación directa con el estrés. Hace unos meses, el IMSS reconoció que el 75% de los trabajadores en nuestro país padecían de estrés, considerándolo un factor mayor para el desarrollo de estas enfermedades cardiovasculares. Un índice de los más altos en el mundo.

En un trabajo científico publicado el año pasado, se reconoció que el estrés fue una de las principales causas de infarto en 2026 personas que lo desarrollaron en un período de 7 años, de un universo de 197 232 trabajadores de diversos países europeos de 45 o más años de edad.

También es importante que conozcan una enfermedad muy parecida a un infarto, relacionada con un estrés muy grave. Se le conoce como Síndrome de Tako-tsubo pues en el evento agudo, el corazón se dilata en la punta y se parece a este instrumento que sirve para la pesca del pulpo en Japón. Hay muy pocos casos descritos en el mundo y en México no hay ni una docena.

Lo impresionante de este problema es que ocurre en mujeres sometidas a gran estrés, que desarrollan dolor de pecho similar al del infarto y todos sus estudios hacen concluir que lo están padeciendo, pero al cabo de unos 10 días, todos sus exámenes vuelven a la normalidad y no les quedan secuelas. ¡Todo fue consecuencia del estrés!.

Otro aspecto muy interesante desde el punto de vista médico, es que hay una relación directa entre estrés e inflamación en diversas partes del cuerpo y no hay que olvidar que en el desarrollo de la ateroesclerosis, la inflamación juega un papel principal para que se presenten las obstrucciones de los vasos sanguíneos y el infarto del miocardio.

Entre los problemas que se han relacionado con el estrés, además del infarto,  también se encuentran: hipertensión arterial, vitiligo, colitis, obesidad, inmunodeficiencia, depresión, ansiedad, diversas fobias, disfunción eréctil, suicidios, trastornos de aprendizaje, pero resulta imposible probar que el estrés es el responsable de todos  estos problemas, pues no podemos medirlo.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com

Hasta la próxima.





           



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