Uno de cada seis mil niños nacidos en México, padecen una enfermedad cardiovascular y por lo menos la tercera parte tienen una lesión tan grave, que difícilmente podrán llegar a la edad adulta.
Esto es particularmente cierto en los “niños azules” como coloquialmente se llaman entre sí muchos niños en los hospitales, cuando tienen este color en todo su cuerpo debido a una cardiopatía congénita.
Para entendernos con facilidad, les explico que hay dos grandes grupos de lesiones del corazón que se presentan desde el nacimiento y provocan un soplo: lesiones que pasan sangre oxigenada hacia el corazón del lado derecho y de regreso a los pulmones y por otra parte, las que llevan sangre no oxigenada (que es de tipo venoso) hacia la circulación arterial.
La sangre venosa es más oscura que la sangre arterial que es más roja por ser rica en oxígeno, lo que provoca que al “contaminarse” de sangre venosa se oscurece y produce la coloración azulada del cuerpo, que es más visible en los labios, el rostro en general y las extremidades. Así, los dedos de las manos y los pies están crónicamente azulosos y pocos años más tarde sufren cambios irreversibles que provocan que las puntas crezcan “en forma de palillos de tambor” o baquetas.
A pesar de los enormes avances que se han desarrollado en los diferentes tratamientos que podemos ofrecer a los enfermos del corazón, la situación de estos pacientes sigue siendo crítica. Un factor clave es que la inmensa mayoría de los hospitales generales de nuestro país no está preparado para resolver este tipo de problemas, por lo que los hospitales dedicados a la Cardiología, que están localizados en las grandes capitales de México, presentan un gran rezago en la atención que brindan.
Hemos visto programaciones a cirugía correctiva de una cardiopatía congénita cianógena, como se debe llamar a las lesiones cardíacas de los “niños azules”, de hasta año y medio de retraso. Así como lo estás leyendo, amable lector.
Así que se requiere desarrollar más servicios médicos dedicados a este problema, pues pocos hospitales están equipados, con suficientes grupos humanos preparados para resolver estas lesiones, ya que es un equipo humano de alto desarrollo, de varias disciplinas, el que participa en este tratamiento.
Otro factor muy importante, es que varias de las lesiones cardíacas en “los niños azules” son incurables, si bien son las menos frecuentes, como la conocida como Ventrículo Único, en la que no existen dos de estas cavidades, que son la verdadera bomba del corazón. Su única posibilidad es un trasplante de corazón, que como he explicado en otras ocasiones, tampoco es una solución en nuestro país por la pobre infraestructura hospitalaria que aún padecemos.
En México la lesión congénita cianógena más frecuente es la llamada Tetralogía de Fallot, que es la resultante de cuatro lesiones de nacimiento, cuya reparación es muy compleja y obliga a operar por lo menos dos veces a los niños que la padecen. Se llama así en honor de Arthur Fallot quien hizo su descripción en Francia en 1988, aunque hay evidencia de que Edward Sandifort, había publicado ya sobre la enfermedad desde 1814.
Un caso de nombre inadecuado para una enfermedad, además de que en realidad son tres lesiones y no cuatro las que la componen, pero esa es una discusión médica que va más allá de los objetivos de esta columna.
Cada vez vemos más pacientes que recibieron una corrección completa de estas lesiones y han llegado a la edad adulta, pero siguen siendo pocos.
Si bien se requiere una gran inversión hospitalaria y en recursos humanos para lograr un verdadero avance en este problema, esto resultaría sólo un paliativo para la grave situación de estos “niños azules”.
Sobre todo, en este problema tenemos poco que hacer en el aspecto preventivo, ya que la mayor parte de las lesiones se producen sin que sepamos la causa. Hay algunos factores que desde el punto de vista estadístico, se han visto relacionados con estas lesiones como es la edad avanzada de la madre (arriba de los 38 años), el bajo consumo de ácido fólico en el embarazo, la desnutrición materna, la diabetes de la madre y el consumo de medicamentos durante el primer trimestre del embarazo.
Pero tenemos muchos casos, en los que la naturaleza falló y se provocó un mal desarrollo del aparato circulatorio de los niños, sin que podamos identificar algún factor relacionado y esto es porque la mayoría de los casos son debidos a una mutación genética. Por eso vemos muchas lesiones cardiovasculares en niños con Down, si bien la minoría son cianóticos.
Les deseo felices fiestas, rodeados de sus seres amados y llenos de amor y paz.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.