La Internet es extraordinariamente útil. Aunque no sé si decirle “el” Internet, dado que la Real Academia de la lengua dice que su género es ambiguo. Lo que sí sé, es que me permite mantener un alto nivel de actualización, pues al tener una suscripción electrónica a varias revistas médicas, tengo acceso a un enorme caudal de información científica anticipada a su publicación.
Dentro de una semana será publicado un artículo científico que yo pude analizar hace pocos días y que quiero compartirles, puesto que describe los motivos debido a los cuales hace años que hemos notado que la contaminación ambiental provoca un grave aumento tanto de las enfermedades cardiovasculares como de la mortalidad asociada a estas enfermedades.
Sesenta años después de que la ciudad de Londres, perdiera unas 10 000 personas que murieron debido a la contaminación del aire, en los primeros cuatro días de diciembre de 1952 y que había sido provocada por una inversión térmica, se empezó a estudiar al corazón como responsable de estas muertes, pero es hasta este estudio científico que se conoce la causa precisa y que efectivamente se origina en el aparato circulatorio.
Esta catástrofe provocó que los ingleses crearan su “Acta de aire limpio” en 1960, con lo que dejaron de ser la ciudad de la eterna niebla, que en realidad era sólo smog.
La contaminación también alcanza a los cuerpos de agua y fue así que lograron la recuperación del río Támesis para 1973, por lo horrorizados que quedaron los ingleses cuando fue declarado como río muerto en 1957. No olvidemos, sin embargo, que al norte de nuestro país está el Río Bravo, llamado Grande por los americanos y que es el cuarto río más contaminado en todo el mundo.
La polución ambiental puede considerarse una mezcla de material en partículas, compuestos orgánicos volátiles y múltiples gases tóxicos. Las partículas derivan de diversos humos resultantes de los motores de combustión interna, chimeneas de todo tipo y polvo de los frenos de millones de vehículos.
Las partículas son de todos los tamaños, pero las realmente peligrosas son las PM10 y sobre todo las PM2.5, nombres que derivan de su tamaño pues son Partículas microscópicas de 10 y 2.5 micras de diámetro aerodinámico, es decir, son partículas que pueden penetrar al aparato circulatorio después de que son respiradas, ya que las de 2.5 son más pequeñas que un glóbulo rojo, que mide 7.2 micras en promedio. Les recuerdo que una micra es la milésima parte de un milímetro. Los gases tóxicos son sobre todo el ozono (cuya fórmula es O3), el monóxido de carbono (CO), dióxido de azufre (SO2) y dióxido de nitrógeno (NO2).
Si bien varios estudios epidemiológicos han demostrado que hay una relación directa entre la exposición al aire contaminado, sobre todo a las partículas PM2.5 y un incremento en la mortalidad de origen cardiovascular, además de enfermedades del aparato circulatorio, el estudio que en una semana será publicado en Estados Unidos, identificó plenamente la causa.
Este protocolo científico se realizó en seis ciudades americanas durante tres años e incluyó a 1498 personas de origen hispánico, como le llaman a quienes viven allá procedentes de México y otros países latinoamericanos. Lo que hicieron fue correlacionar los niveles de los contaminantes mencionados con un estudio de ultrasonido de la arteria del brazo (que se llama humeral), para identificar las dificultades que la arteria enfrentaba para dilatarse con oxígeno, con calor y con medicamentos. El análisis se repitió varias veces en forma trimestral, pues es externo y no es necesario hacer punciones o tomas de sangre.
Los autores del estudio correlacionaron los resultados de los estudios de ultrasonido con los niveles en el aire de las PM2.5 y observaron que a mayor nivel de las partículas, los pacientes tenían menor dilatación en su arteria, lo que claramente identifica que los contaminantes del aire provocan una mala función del endotelo.
Espero que recuerden que en una columna que titulé “El tapiz del corazón”, les explicaba lo importante que es este órgano, que es un conjunto de células que forran la parte interna del corazón y de todos los vasos sanguíneos de cada uno de nosotros y que produce varios miles de sustancias que regulan el tono vascular, es decir, el grado de apertura o cierre de nuestros vasos sanguíneos.
Si el endotelio no funciona bien, se provoca una severa vasoconstricción, es decir, los vasos sanguíneos se mantienen cerrados lo que aumenta la presión arterial y disminuye la llegada de oxígeno a todo el cuerpo. En el corazón esto provoca arritmias así como angina de pecho y puede provocar un infarto del miocardio.
En este estudio fue muy significativo que los pacientes más afectados por la contaminación del aire fueron los menores de 25 años, los no fumadores y los que ya padecían de hipertensión arterial. Esto es paradójico, pues en nuestro país las autoridades insisten que los pacientes en mayor riesgo son los mayores de 65 años, los hipertensos, los fumadores y quienes padecen asma, lo cual no fue observado en el estudio que les comento.
En México no tenemos estadísticas suficientes para comprobar algunas observaciones que ya habíamos hecho en los servicios de urgencias, pues sabíamos que en invierno había más pacientes con infarto del miocardio. Por fortuna tenemos ahora otro estudio muy interesante del año 2011, realizado durante tres años en Sao Paulo, Brasil, que ya había registrado que en los meses de invierno, había un incremento de hasta un 20% en las consultas a los servicios de urgencias, por problemas cardiovasculares.
Los mexicanos producimos cada año unas 40 millones toneladas de contaminantes del aire que respiramos y sobre todo en las áreas urbanas de las grandes ciudades, esto representa un grave riesgo para la salud cardiovascular.
Con estos antecedentes, les aconsejo enterarse de los niveles de contaminación del aire en la ciudad donde ustedes vivan, para que puedan realizar ejercicios al aire libre o dentro de sus domicilios de acuerdo a los niveles de PM2.5 y consulten a su médico.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.