En una entrega previa de La Corazonada, abordé el tema de las alteraciones que se presentan en las retinas, derivadas de padecer hipertensión arterial. Son lesiones reversibles, pero su presencia es tan importante, que es inadmisible que los médicos no examinen el fondo de ojo de todo paciente hipertenso que solicita una consulta.
Pero hay otra serie de problemas cardiovasculares que pueden ser identificados a través de los ojos, por lo que en la columna de hoy me pareció muy útil analizar para ustedes este tema.
Con el nacimiento se pueden presentar lesiones de diversos órganos del cuerpo. De hecho, es muy raro que un niño nazca con sólo una lesión asilada, por lo que tengo como norma, dedicarme a buscar de manera exhaustiva alguna alteración de otro órgano cuando me llevan a un niño con una cardiopatía congénita. Pueden tener un dedito de más, labio y paladar hendido en forma parcial o una lesión en los ojos, que los padres y los médicos de primer contacto no detectaron y me lo envían para evaluar un soplo cardíaco de nacimiento y no ven esa otra lesión. Así, he visto casos de Coloboma, que es una fisura en el iris de uno o ambos ojos. Estas fisuras las tenemos todos mientras estamos en el vientre materno, pues así es el desarrollo normal de los ojos. Pero cuando nacemos ya no deben estar presentes estas fisuras, que pueden alcanzar hasta el párpado y cuyo tratamiento es a base de cirugía. El consejo obvio, es que si un niño nace con coloboma, se le busque un soplo cardíaco y viceversa.
En el extremo de la edad, espero que hayan notado que nuestros ancianitos tienen un arco blanquecino-azuloso en derredor del iris de ambos ojos, que se considera normal para la edad. Pero también podemos observar el llamado “arco senil” en personas muy jóvenes que estén enfermas de dislipidemia, es decir colesterol y triglicéridos muy elevados en sangre. La persona de menor edad con arco senil que me tocó estudiar, tenía 28 años cuando padeció un infarto y era parte de lo que llamamos dislipidemia familiar, en donde, por un defecto genético, todos los miembros de la familia tienen este problema con las grasas de la sangre. Este tipo de pacientes tiene otro dato interesante en los ojos, en este caso en los anexos de los ojos, ya que sus párpados pueden tener pequeñas manchas amarillentas , realzadas en la piel, como pequeños tumores o nódulos, debido a los lípidos y se conocen como Xantomas y al problema en conjunto lo llamamos Xantelasma.
También me ha tocado estudiar a niños con soplos cardíacos, sobre todo en la mitral y la válvula aórtica, cuyos ojos me llamaron mucho la atención, pues sus escleróticas no eran blancas, eran azules. La esclerótica es la parte blanca de los ojos que está en derredor del iris, que le da el color específico a nuestros ojos. El Síndrome del niño con las Escleróticas Azules, es conocido hace más de cien años, es un padecimiento raro pero existe y muchos médicos enfrentan casos sin darse la menor cuenta del problema. Se trata de niños que sufren fracturas con golpes no muy intensos, ya que sus huesos son muy débiles ya que la formación del hueso es deficiente. Se llama Síndrome de Osteogénesis imperfecta o “niños de huesos de cristal” a esta enfermedad congénita, que tiene varios grados en su presentación, ya que va de un grado leve, que le permite al enfermo llegar a la adultez, pero por otra parte puede llegar a la incapacidad del niño para desarrollarse, ponerse pie y le proporciona un vida de muy corta duración. El problema es genético y hereditario y ocasiona varios tipos de lesiones cardiovasculares, siendo las valvulares de lado izquierdo las más comunes. Es la insuficiencia de las válvulas mitral y aórtica, lo que más se asocia a las escleróticas azules y el tratamiento resulta eminentemente quirúrgico, aunque, en realidad, no podemos ofrecer mucho a estos niños desgraciadamente.
Si de manera súbita una persona nota que una zona de su campo visual se oscurece, muy probablemente ha tenido una Hemorragia retiniana, un problema derivado de elevaciones muy bruscas y considerables de la tensión arterial. No es un problema raro, ya que ocupa el tercer lugar de las complicaciones derivadas de la hipertensión. Muchos de estos pacientes ya no recuperan toda la vista, pues les quedan secuelas considerables, una situación que debe hacerlos pensar que la disciplina es fundamental para evitar los descontroles hipertensivos.
Otra relación muy conocida entre el aparato circulatorio y los ojos, es la derivada de la pobre circulación hacia el cerebro, que ocasiona la ateroesclerosis carotídea. Efectivamente, los diabéticos, hipertensos y con colesterol alto en la sangre, desarrollan placas de ateroma en los vasos del cuello, que llevan toda la sangre oxigenada al cerebro y eso endurece los vasos y los va obstruyendo poco a poco. Un a consecuencia en los ojos es la llamada degeneración macular, un problema de salud que deteriora la visión central de manera muy severa, dejando casi intacta la visión lateral y en general la periférica. El problema es irreversible, por lo que debe evitarse a toda costa que se desarrolle y eso se logra con un buen control de los factores de riesgo mencionados.
Espero que la información les sea útil y los estimule a cuidarse más aún.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.