El más fino champaña y el más corriente “mosquito” tienen una fórmula similar, pues el alcohol etílico es su principal componente, independientemente de la fruta que se haya fermentado para obtener alguna bebida.
El champaña se origina de varios tipos de uvas cultivadas en esa región exclusiva de Francia y los “mosquitos”, en México, se obtienen al fermentar las cáscaras de diversas frutas que son usadas ya en plena descomposición.
Los humanos hemos elaborado alcohol etílico (etanol) de prácticamente cualquier cereal, fruta, hierba o verdura, desde que surgimos como especie. El origen de las bebidas etílicas se pierde en los callejones del tiempo, pero no cabe duda de que Baco y Dionisos eran venerados hace miles de años.
En Medio Oriente se elaboraba un licor de café desde tiempos inmemoriales y los árabes introdujeron la destilación en Europa, así se origina el whisky en Escocia y la ginebra en Gran Bretaña entre decenas de licores, además de que el vino en todas sus variedades, se difundió por todo el mundo.
Los médicos empezamos a sospechar que existía un efecto benéfico del etanol, sobre todo el derivado del vino, desde hace unos 50 años, pero es en los últimos diez en los que se ha obtenido suficiente información científica para afirmar que el beneficio es real.
Sin embargo, les recomiendo considerar que el beneficio se obtiene con cantidades moderadas de etanol y es mayor cuando se lleva una dieta mediterránea de manera regular.
Los países del Mediterráneo son famosos por tener menos enfermedades cardiovasculares que el resto de los países del mundo, un fenómeno que se observó en Francia principalmente, donde el consumo per cápita de vino de mesa es cinco veces mayor que en México, por lo que en 1992 se reconoció “La paradoja francesa”, un hecho muy interesante, puesto que los franceses tienen una dieta muy rica en grasas animales (grasas saturadas) y tienen una incidencia de infartos, muy baja. Esto se debe al vino, pero también al consumo de cereales, semillas oleaginosas, pescado, legumbres, quesos, yogur y aceite de oliva que integran la muy famosa dieta mediterránea.
Por lo mencionado, los cardiólogos reconocemos ampliamente que las bebidas alcohólicas en cantidades adecuadas son benéficas.
Pero definamos que es una cantidad moderada, que pueda resultar benéfica: para varones son dos bebidas al día y para mujeres una como máximo. Una bebida se define como 1.5 onzas de un licor de 40 grados (80 proof), es decir, 45 ml de etanol que corresponden a unos 15 gramos.
Para que lo entiendan mejor, les menciono algunos contenidos de alcohol en las bebidas alcohólicas más comunes: whisky, vodka, tequila y coñac 16 g en 50 ml, vino 5g en 50 ml, en la cerveza es muy variable, pero en general contienen 2g en 50 ml y recordar que cada gramo de etanol producirá 7 kilocalorías, algo que no debe olvidarse, sobre todo si eres diabético. Y ojo, eso de que el whisky te baja la presión y el coñac te la sube es completamente falso.
Está demostrado que el vino disminuye las enfermedades cardiovasculares derivadas de la ateroesclerosis, a través de los Polifenoles (que incluye a los flavonoides) como antioxidantes del vino de mesa, más abundantes pero no exclusivos del tinto, pero no hay definición exacta de este beneficio en el etanol derivado de cervezas y licores, aunque está demostrado que es capaz de disminuir la coagulación y la agregación plaquetaria, lo que permite un efecto benéfico independiente de su acción antioxidante.
Pero ¿necesitamos antioxidantes? Sin duda los necesitamos; no es que nos estemos oxidando en el sentido de que fuésemos metales viejos. No, lo que ocurre es que nuestras células ganan electrones derivados del metabolismo y que a la larga las dañará y llevará a la muerte. Si llevamos una dieta adecuada que incluya frutas y verduras en cantidades adecuadas, no requeriríamos suplementos alimenticios, vitaminas envasadas ni antioxidantes industrializados que son un negocio de miles de millones de pesos.
Una cantidad mayor a la mencionada, se considera beber en exceso: por lo tanto, querido lector, tomarte cinco onzas de etanol al día, más de tres bebidas, que corresponde a 80 g de alcohol, te elevará la presión arterial, te hará engordar, descompensará tu nivel de triglicéridos, te empezará a tapar las arterias, con lo que pondrás los cimientos para un infarto en un futuro cercano.
Todo esto, agregado al ridículo que hacemos cuando nos emborrachamos, pues la gente cree que el etanol es un estimulante, pero todo lo contrario, es un anestésico, que bloquea las funciones mentales superiores, por lo que te vuelve desinhibido, eufórico, pero te puede llevar al coma y a la muerte.
En la esfera cardiovascular, es muy conocido “el síndrome (enfermedad) del corazón de día de fiesta”, motivo frecuente de consulta, que ocurre al día siguiente de haber bebido en exceso y que produce arritmias considerables, sobre todo una de la que ya hemos hablado y que es muy peligrosa: la fibrilación auricular.
El etanol provoca daños irreversibles en varios órganos, pues el primer producto de su metabolismo en el hígado, llamado acetaldehído, es altamente tóxico pues lesiona todos los tejidos con más severidad en los músculos, hígado y corazón.
Además de la presión arterial alta, las arritmias y favorecer la angina de pecho y el infarto, te puede llevar a la insuficiencia cardíaca, sobre todo porque provoca una dilatación progresiva del corazón, enfermedad conocida como miocardiopatía dilatada.
En bebedores crónicos, de cuatro o más bebidas al día, se ha observado miocarditis en biopsias, pues se observa que el músculo cardíaco tiene una infiltración de linfocitos, las células que se encargan de la inmunidad, de tus defensas. Con ecocardiografía se observa que por lo menos la mitad de estas personas, tienen disfunción ventricular tanto sistólica como diastólica, es decir, el corazón ni se contrae ni se llena correctamente.
Esto aumenta la incidencia de arritmias ventriculares y muerte súbita. Hay evidencia científica suficiente para afirmar que el daño se detiene al dejar de beber y en algunos casos, hay mejoría, si el daño no era muy avanzado.
Un problema cada vez más común, es la mezcla con otras drogas, sobre todo con cocaína ya que se produce el metabolito cocaetileno, sólo en presencia de alcohol y que es altamente tóxico para el corazón, probablemente la sustancia más tóxica que una persona pueda ingerir.
Por lo tanto, el etanol es la droga legal más consumida en todo el mundo, que si bien es benéfica en cantidad moderada, es terriblemente dañina en cantidades excesivas. Y eso que no hablamos del impacto económico, laboral y social que provoca beber en exceso.
Salucita.