Desde hace cincuenta años los pacientes se han visto beneficiados con el uso de los diuréticos. Este término significa literalmente “a través de la orina” en referencia a que su acción se logra gracias a que expulsan agua y electrolitos del cuerpo del paciente, a través de producir más orina.
Los humanos descubrimos hace más de dos mil años que algunos frutos y hierbas tienen efecto diurético. La jamaica, alfalfa, alpiste, espárragos, piña, “pelos de elote”, té verde y café son muy conocidos.
El alcohol en todas sus variedades produce más orina pero no es precisamente diurético, pues lo que hace es bloquear una hormona del cerebro llamada “anti diurética”, así que el efecto neto es orinar más, pero sin que el alcohol haga funcionar más a los riñones, que es el verdadero efecto de los diuréticos.
Ninguno de estos frutos y hierbas está contraindicado en los enfermos de corazón, pero como ya les dije en otra columna, tengan cuidado con las hierbas, pues no podemos controlar la dosis y pueden resultar peligrosas por este motivo.
Sin embargo, el nombre le quedó muy corto a estos medicamentos, que han demostrado que tienen otras acciones por lo que se han vuelto indispensables en el tratamiento de varias enfermedades tanto del aparato circulatorio como de otros órganos.
Una de las mayores sorpresas que los medicamentos diuréticos nos dieron a los médicos, fue la demostración de que prolongan la vida de los enfermos que los necesitan.
Los principales problemas de salud que requieren el empleo de diuréticos como parte de su tratamiento son: insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial sistémica, glaucoma, insuficiencia hepática e insuficiencia renal. Me explico: varias enfermedades pueden hacer que el corazón no pueda ejercer un bombeo adecuado, es decir, problemas como el infarto hacen que el corazón falle.
Enfermedades como la diabetes hacen que los riñones fallen y el paciente empiece a acumular agua en exceso y sustancias tóxicas derivadas de las proteínas, como la urea que depende de los alimentos que ingerimos y la creatinina que se origina en nuestras propias proteínas, ya que diario se nos mueren millones de células que son renovadas por el cuerpo. Tal es el caso de las células rojas de la sangre, que viven unos 120 días.
En el caso específico de la hipertensión arterial sistémica, los diuréticos son indispensables, sobre todo en mayores de 40 años. El tratamiento de esta enfermedad comprende unas siete familias de medicamentos y los diuréticos se han combinado con las otras seis familias.
Las tiazidas son los diuréticos más empleados en el manejo de la hipertensión y en 1991 conocimos el resultado de un estudio británico conocido como “el estudio oveja” (por sus siglas en inglés) que analizó a varios miles de pacientes y demostró que vivían más años los enfermos hipertensos que tomaban tiazidas que aquellos pacientes que no los empleaban, por lo que decimos que mejoró su pronóstico de vida. Esto tiene implicaciones éticas y en la actualidad, todas la sociedades médicas del mundo aconsejan incluir una tiazida en el tratamiento de estos pacientes.
En México, tenemos básicamente la hidroclorotiazida, la indapamida y la clortalidona como representantes de esta familia de diuréticos. Su principal característica es que no producen grandes cantidades de orina, ya que principalmente expulsan sodio de la sangre y como natrium significa sodio en latín, estos medicamentos son llamados natriuréticos. Un problema que puede ser serio con su empleo, es la baja de potasio en la sangre, que se manifiesta como cansancio fácil, fatiga crónica y calambres. Pueden haber parálisis musculares cuando baja mucho el potasio y presentarse arritmias severas del corazón.
Por ello se recomienda que todas las personas que usan tiazidas, consuman diariamente cítricos, plátano, melón y jitomate que son alimentos muy ricos en potasio. Una ventaja más con estos medicamentos, es que se usan 3 o 4 dosis a la semana, por lo que bajo la supervisión de su médico, podrá llevar un tratamiento muy cómodo y que le prolongará la vida.
Otros diuréticos muy especiales que también han demostrado mejorar el pronóstico de vida de quienes los emplean son los llamados diuréticos ahorradores de potasio, de los que básicamente tenemos en México a la espironolactona y a la eplerrenona, que funcionan igual.
Son medicamentos que bloquean a ciertas sustancias de la sangre que provocan que los vasos sanguíneos se mantengan cerrados, es decir tienen un efecto vasodilatador directo, lo cual es muy favorable para las personas que tienen su corazón dilatado (lo que se llama tener cardiomegalia, que literalmente significa “corazón muy grande”), lo que se acompaña de falla cardíaca.
Este problema, conocido como insuficiencia cardíaca puede ser provocado por varios problemas como un infarto, el SIDA, la enfermedad valvular reumática o un soplo de nacimiento. Varios estudios clínicos que incluyeron miles de pacientes, demostraron que las personas con insuficiencia cardíaca y cardiomegalia, aumentaron su pronóstico de vida sustancialmente con el empleo de estos diuréticos.
En general, una persona que ameritó una hospitalización por insuficiencia cardíaca, tiene una probabilidad del 60% de morir en los siguientes seis meses. ¡Una mortalidad tremenda!, pero que puede bajar a menos del 27% a dos años si se usa espironolactona o eplerrenona. Son medicamentos muy delicados, por lo que sólo cardiólogos experimentados los usamos de manera habitual.
Un problema serio con estos medicamentos es que el potasio puede elevarse de manera peligrosa y cuando llega a más de 6 miliequivalentes en sangre, puede haber incluso paro cardíaco. Por eso requieren un monitoreo médico constante y usarlos en conjunto con los últimos diuréticos que habré de analizar para ustedes: los llamados “diuréticos de asa”.
Estos últimos medicamentos son los más usados en el mundo. Básicamente tenemos en México sólo dos: furosemida y bumetanida, que actúan en una parte del riñón, conocida como Asa de Henle, que es una porción de la unidad funcional de los riñones y son como un millón de asas en cada riñón.
Son potentes diuréticos, más la bumetanida, que es como 8 veces más fuerte que la furosemida, si bien ésta última tiene una enorme virtud: cuando un paciente tiene una falla cardíaca aguda, la furosemida le salva la vida, pues cuando se aplica por la vía venosa, actúa en menos de tres minutos, ya que no solamente funciona como diurético sino que abre los vasos sanguíneos (es un vasodilatador) y eso puede salvar de la muerte a quienes tengan una falla cardíaca tan tremenda que los haga ahogarse, el llamado edema agudo pulmonar, que significa que de súbito, la falla cardíaca inunda de agua sus pulmones.
Imaginen si esto no será grave, que aún en los mejores hospitales, la mitad de los pacientes que presentan un edema pulmonar, fallecen antes de salir del hospital, pero estos diuréticos pueden salvar por lo menos a una tercera parte de ellos.
Insisto pues, que una medicina para orinar puede salvarte la vida. Sin duda, los diuréticos son muy importantes para las personas, aunque parezcan el patito feo de los medicamentos para el corazón.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.