» Los muertos de Chilpancingo

Esta nota fue creada el martes, 13 diciembre, 2011 a las 7:51 hrs

La muerte de los dos normalistas ocurrida en Chilpancingo volvió a detonar el tema de las normales rurales.

Hasta el 2008, se encontraban registradas 17 normales rurales que dependían mayoritariamente de los gobiernos estatales.

En ese año fue desmantelada la normal rural más emblemática, “Luis Villarreal’’, mejor conocida como “El Mexe’’, en donde, en 1999, los estudiantes retuvieron a 60 policías municipales que intentaban desalojar el inmueble; el conflicto escaló a nivel nacional porque los normalistas amenazaban con quemar a los policías.

Antes, los hicieron pasear semidesnudos en la plaza principal del pueblo.

Unos meses después, los mismos normalistas, secuestraron una pipa de gas y amenazaron con hacerla estallar si el gobierno estatal no cedía a sus peticiones.

Los estudiantes de las normales rurales, incluida la de Ayotzinapa, se agrupan en la llamada Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), una organización semiclandestina encargada de organizar las protestas y manifestaciones.

De corte maoísta, esta Federación se opone a lo que es un plan de casi todos los gobiernos estatales que tienen una normal rural en su territorio: su desaparición, debido a los problemas que “sus luchas’’ –legítimas para unos, para otros no-, ocasionan a la comunidad.

Las normales rurales se autogobiernan; sus dirigentes fijan montos de cuotas y hasta programas académicos; exigen plazas en forma automática y recursos que nadie audita y que los estados ya no están dispuestos a conceder.

Lo ocurrido ayer en Chilpancingo es, desde cualquier punto, condenable; no se espera que la policía local reprima una manifestación a balazos. El hecho debe ser castigado.

Para quienes están en contra de estas normales, los hechos ocurridos ayer les dan la razón; para otros más, fue simplemente patear el avispero, con las consecuencias que ello tendrá.

Algo tendrá que decir el alegre gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero.

El miércoles pasado, el secretario de Trabajo Javier Lozano, el ex delegado en Cuajimalpa, Carlos Orvañanos y el precandidato Ernesto Cordero, cenaron en la casa de este último.

Lozano incluso “subió’’ a su cuenta de  Twitter una foto de los tres, sonrientes.

Unas horas después Orvañanos dio el “cachuchazo’’ y se afilió al equipo de Josefina Vázquez Mota.

Para efectos mediáticos, la decisión de Orvañanos fue un bombón, pero para efectos prácticos, se trata simplemente  de un voto más porque el ex delegado no un liderazgo que arrastre masas o que le vaya a significar miles de votos a Vázquez Mota.

Cordero ni debería molestarse por ello. Igual hasta le hicieron favor.

Este jueves Marcelo Ebrard se reunirá con el perredismo local para definir el método de selección del candidato a sucederlo en la jefatura de gobierno del DF.

Aunque se ha aventurado que Ebrard señalaría al elegido, no será así, a menos claro, que este decidido a confrontarse abiertamente con todas las tribus.

Será el método, pero ¿llevará dedicatoria?





           



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