>El domingo próximo se celebrará el primero de los dos debates a los que están obligados a asistir los cuatro candidatos presidenciales.
Son los encuentros que por ley debe organizar el Instituto Federal Electoral (IFE) y a los que no se pueden negar ninguno de los cuatro.
Sobre el encuentro hay varias expectativas:
Ver qué tan bueno o malo es Enrique Peña Nieto para la confrontación de ideas y propuestas.
Peña está ante la gran oportunidad de demostrar que sabe y puede; en el PRI aseguran que los críticos del mexiquense se llevarán una gran sorpresa el domingo pues el candidato tricolor ha sido sometido a una intensa preparación para el encuentro desde hace semanas.
Si Peña sale bien librado del debate y sobrevive sin mayores daños al post-debate, difícilmente podrán alcanzarlo sus adversarios.
Si por el contrario sufre traspiés, en su equipo de campaña consideran no perdería más de cinco puntos, en el peor de los escenarios.
De Josefina Vázquez Mota se dice que lo único que podría esperarse es que resucitara; incluso, desde el lunes pasado comenzó a circular el rumor altamente malicioso y reiterado de que si no levanta, podría ser sustituida; la idea por si sola parece absurda.
Y de Andrés Manuel López Obrador se espera que ocupe el papel de duro, el mismo que correspondió interpretar a Diego Fernández de Cevallos en el debate de 1994, que por cierto ganó pero que, paradójicamente, significó su desaparición de la campaña.
Es obligatorio ver el debate; luego no se queje.
>Algún encanto deben tener los empre$arios de Monterrey que los candidatos presidenciales y los presidentes de los partidos no dejan de hacerse presentes en sus reuniones para venderles su proyecto económico.
El caso más reciente fue el de Jesús Zambrano, presidente del PRD, que acudió a una reunión convocada por el empresario Humberto Armenta, propietario de RECSA, al que acudieron “pesos pesados” del empresariado norteño.
Con seguridad esta no será la última reunión de políticos con los empresarios e inversionistas del norte; faltan 56 días para las elecciones y ese periodo no será desaprovechado por candidatos y sus enviados para tratar de venderles que ellos si tienen la solución a sus problemas.
>Si los partidos políticos tuvieran el poder de convocatoria que tienen organizaciones como el Consejo Supremo Hñahñú, en Hidalgo, otro gallo nos cantaría.
En días pasados, el Consejo celebró su Encuentro Anual, al que asistieron unas 15,000 personas procedentes de diferentes regiones de Hidalgo.
Lo interesante del asunto es que lo hñahñús no solo se organizan para comer, sino para gestionar servicios e impulsar proyectos productivos y obras de infraestructura; es un ejemplo de la socialización del trabajo con miras de largo alcance.
La etnia hñahñú es la más numerosa de Hidalgo; el Consejo que los agrupa, encabezado por Roberto Pedraza, tiene incluso representaciones en regiones específicas de Estados Unidos.
Y si ha sobrevivido por décadas, es porque como organización ha dado resultados.