
Oficialmente, el PAN no ha comunicado al PRI, ni por mensaje de WhatsApp, el fin de su relación electoral.
Ya hace una semana que el presidente del blanquiazul, Jorge Romero, anunció que su relanzado partido no haría alianzas con ningún otro, pero solo ha sido el discurso.
Liderazgos de verdad, como el de Ricardo Anaya, aseguran que ese fue el discurso, pero que no habría que descartar del todo una asociación con otros partidos para las elecciones del 2027, en las que se disputarán 17 gubernaturas y la Cámara de Diputados.
Incluso Santiago Taboada, el segundo al mando del panismo, declaró que “las alianzas son responsabilidad del Comité Nacional’’, como dejando abierta una ventana a que éstas pudieran concretarse una vez más.
Romero trae la urgencia de mostrarse como un dirigente fuerte, porque de eso depende su injerencia en la designación de candidatos (de su grupo) para el 2027.
Y aunque nunca precisó cuáles serán los cambios de fondo del partido (el discurso es pirotecnia), está más que claro que desde el poder lo siguen atormentando con el tema del “cártel inmobiliario’’ y por ello, en el evento de relanzamiento, ni siquiera dedicó un párrafo a criticar al gobierno y a su partido.
Culpar al PRI de sus devaneos políticos, no parece la mejor estrategia.
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Si para López Obrador las inundaciones en la capital del país eran “encharcamientos’’, ¿por qué los diputados de Morena no pueden decir que el bailongo con una de las 20 Sonoras Santaneras que hay en el país fue un “evento cultural’’?
El primero en justificarlo fue Sergio Gutiérrez Luna, que sacó “los prohibidos’’ con su cónyuge “Dato Protegido’’ al son de las características trompetas del grupo musical.
Y ayer, fue el diputado Sergio Mayer, el organizador del evento, quien dijo que “incorrecto no fue’’, que los diputados morenistas sacudieran la polilla ya no diga en medio de la sesión de Congreso, sino en medio de la crisis que se vive en cinco estados por las inundaciones que han provocado pérdidas multimillonarias y costado la vida a 78 personas.
Entre eso y el relanzamiento del PAN, criticado por la presidenta Sheinbaum por su “insensibilidad’’, ¿quiénes resultaron más cínicos?
Responda con “La Boa’’ de fondo.
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El empresario citrícola, Javier Vargas Arias, fue asesinado en Álamo, Veracruz, horas antes de que la presidenta Sheinbaum realizara un recorrido de supervisión por ese municipio, el segundo más afectado, después de Poza Rica, por las inundaciones de hace dos semanas.
Arias se dedicaba a la compra de las cosechas de naranja; fue asesinado por un comando sin que se haya detenido a ninguno de sus integrantes.
Y, aunque no hay relación directa con el homicidio del líder de los limoneros de Apatzingán, Michoacán, Bernardo Bravo Manríquez, los efectos de esos crímenes los pagamos todos.
Porque los productores extorsionados, ya sea de productos agrícolas o ganaderos, trasladan el costo del cobro de piso a los consumidores convirtiéndolo en un nuevo impuesto.
Tan grave es la situación que, pese a que el país es productor de cítricos, los precios de estos frutos están por las nubes en cualquier mercado.
Un kilo de mandarina cuesta 85 pesos y el de naranja, depende de la zona de la ciudad, lo encuentra hasta en 50 pesos (y de mala calidad).
Así que si a usted le es indiferente que la extorsión siga avanzando en todos los sectores económicos del país, debería de poner más atención porque el costo final de ese delito se lo cargan en cada kilo o litro de producto que paga.
@adriantrejo






