Uno de los temas centrales de la reforma política es la reducción del Congreso, más específicamente la eliminación total o parcial (50%) de los legisladores plurinominales, es decir, los que llegan al Congreso mediante una lista, de acuerdo al porcentaje de votación alcanzado por los partidos.
Ayer el presidente del PRI, Humberto Moreira, replanteó esa propuesta; dijo que convendría la reducción del 20% de los diputados –es decir, pasar de 500 a 400- y del 25% de los senadores –es decir, uno de los cuatro que cada estado tiene-.
Los sacrificados serían plurinominales, desde luego.
El caso es que la propuesta de Moreira, sacada de la chistera, no tiene futuro porque desaparecer a los legisladores plurinominales o reducir a la mitad su número equivale a desparecer a los partidos satélites, o sea a la “chiquillada”.
Mire usted: el Partido del Trabajo en San Lázaro sólo tiene 3 diputados de mayoría relativa pero tiene 10 plurinominales; Convergencia cuenta con un diputado de mayoría y 7 plurinominales.
Los diputados federales que tiene Nueva Alianza son plurinominales en tanto que el Verde Ecologista tiene 17 plurinominales de los 21 diputados federales con los que cuenta.
Evidentemente la reducción del Congreso representaría un ahorro para el país y quizá destrabaría la discusión de reformas pendientes.
Pero, en periodo electoral, los partidos satélites se vuelven importantes aliados pues dos o tres puntos de votación que sumen a “los partidos grandes” -PAN-PRI-PRD-, suelen convertirse en la diferencia entre gobernar y quedarse en la orilla.
Así que no se vaya con la finta, la propuesta de Moreira no tiene sentido y mucho menos futuro.
Por cierto, hablando Humberto Moreira, quienes acudieron a “informe de labores” del diputado Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre realizado en el Monumento a la Revolución el domingo pasado, dicen que el dirigente nacional del PRI hizo un entripado.
Sucede que para convencerlo para que acudiera al evento, Gutiérrez de la Torre le prometió que habría 20,000 personas en el lugar; pero solo llegaron, dicen los testigos, entre dos mil y tres mil cuando mucho.
Por ejemplo, afirman que Leticia Robles se había comprometido a llevar 75 autobuses llenos de priístas y solo pudo reunir tres; y así por el estilo.
Moreira hizo su coraje y se lo dejó ver a Gutiérrez de la Torre que quiere ser presidente del PRI en el DF pero también el diputado, heredero del imperio de la basura, despotricó con quienes tenían la tarea de llenar la plaza del Monumento a la Revolución y no pudieron.
Quienes protestaron por los descabezados terminaron convirtiéndose en algunos de ellos al pedir, nada más, la cabeza de Genaro García Luna, como si con ello la inseguridad desapareciera por arte de magia.
Ya el gobierno federal les respondió que esa no es moneda de cambio; que si quieren dialogar, las puertas están abiertas pero condicionar el encuentro al despido del Secretario de Seguridad Pública, nomás no.