
Tres gobernadores emanados de las filas de Morena fueron noticia este fin de semana, y no por buenos motivos: Salomón Jara, Rubén Rocha y Marina del Pilar Ávila.
Jara, considerado por los habitantes del estado que gobierna, Oaxaca, es considerado hasta el momento el peor gobernador, y mire que hay mucha competencia en ese apartado.
Con Jara y su cursi “primavera oaxaqueña’’, el estado vive la peor crisis de seguridad en su historia; no solo por la comisión de delitos de alto impacto, como homicidios y desapariciones, sino por el incremento de la delincuencia común.
El viernes pasado, en un evento masivo de profesoras para celebrar el Día de la Madre, el coro no fue la famosa canción de Denisse de Kalafe, sino un sonoro ¡fuera Jara! ¡fuera Jara!
Lo mismo ocurrió en otros eventos menos concurridos, pero en los que quedó de manifiesto que el llamado “luchador social’’ no tiene el apoyo que presume.
Tampoco es que se trate de una campaña de “los conservadores’’, o quizá sí, de quienes quieren conservar sus trabajos, sus bienes y sus vidas, sino de la forma de “gobernar’’ que ha consistido en ver al estado como patrimonio familiar.
En el caso de Rocha, en Sinaloa, se reavivaron las protestas en su contra por los enfrentamientos de los últimos días que provocaron la muerte de dos menores de edad.
El viernes pasado, fueron colocadas mantas en Culiacán en las que se pedía la intervención de la presidenta Claudia Sheinbaum, para frenar los secuestros colectivos del personal de Salud.
Ya ni en los hospitales de la entidad hay seguridad pues son frecuentes los casos no solo de ejecuciones dentro de sus instalaciones sino el secuestro y la desaparición forzada de médicos y enfermeras.
Otro hecho que le valió las críticas al morenista fue que el municipio de Los Mochis, que hasta el fin de semana se había mantenido como un oasis sin violencia, padeció, por primera vez desde el 9 de septiembre que comenzó la guerra entre los “Mayitos’’ y los “Chapitos’’, cierres de vialidades, tiroteos, persecuciones y transportes incendiados.
Mientras el gobernador hace como que hace.
Pero el caso más mediático fue sin duda la cancelación de la visa estadounidense a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila y a su esposo, Carlos Torres.
Ambos, por separado, informaron de la decisión tomada por el Departamento de Estado del país vecino, sin que se precisaran las causas.
La gobernadora dijo en un video que “no hay señalamientos formales’’, es decir, que las autoridades estadounidenses (todavía) no les imputan algún delito que los hayan hecho merecedores de la sanción.
Pero algo habrá, sin duda.
Es la primera visa que el gobierno de Donald Trump retira a un funcionario de nivel mexicano, pero el caso cobra mayor relevancia si se toma en cuenta que Del Pilar Ávila es la presidenta de la Conferencia Nacional de Gobernadores, la famosa (e inútil) Conago.
¿Qué mensaje está queriendo enviar Trump?
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No hace muchos días, el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, presumía en la Mañanera que se había alcanzado un acuerdo con Estados Unidos para combatir la plaga del gusano barrenador sin que se impidiera la exportación de ganado mexicano.
Pero el gusto le duró una semana porque ayer, el mismo Berdegué informó que la Secretaría de Agricultura del país vecino le comunicó que la exportación de ganado mexicano se suspendía 15 días “para revisar la campaña conjunta’’ contra el bicho.
Se quejó de “la medida unilateral que no contribuye a nuestra estrategia conjunta contra esta plaga’’.
Ni hablar.
@adriantrejo