» Amistades peligrosas: Trump y AMLO

Esta nota fue creada el lunes, 11 enero, 2021 a las 22:56 hrs
Sección: El mundo

El insólito video donde aparecen Donald Trump y su familia bailando al ritmo de “Gloria”, interpretado por Laura Branigan, el día en que las hordas de seguidores del Presidente irrumpieron violentamente en el Capitolio  para suspender la sesión en la que los congresistas confirmarían la victoria de Joe Biden, lo vi por primera vez en un programa nocturno denominado “Atlantide”, de Rai News, la televisora estatal de Italia, que transmitía en vivo lo que estaba ocurriendo el otro lado del mundo, en Washington DC.

Quien lo dio a conocer en exclusiva fue la periodista Rula Jebreal. Me pareció un pedazo de surrealismo tomado del sueño de algún loco. Horas después, se hizo viral en todo el mundo. El video fue registrado por Donald Trump Jr., y junto a él  aparecen sus hermanos Ivanka y Eric, y el propio presidente de Estados Unidos, entre otros. El mandatario se asemejaba más a Nerón durante el incendio devastador de Roma, en julio del año 64 DC, que al jefe de Estado de la primera potencia del mundo. El hombre contemplaba los monitores instalados en los que aparecían los fieles, que habían llegado de diversas partes de Estados Unidos, para atender su convocatoria a una protesta “salvaje”, difundida días previos a través su cuenta de Twitter.

Buen conocedor del show business, cumplió con lo ofrecido: una protesta salvaje, brutal y antidemocrática que permanecerá en la memoria colectiva como signo de la manipulación y el fanatismo en estos peligrosos tiempos de polarización que vivimos, causada por el propio contexto económico, ambiental y social, y alentado en diversos países por políticos narcisistas y retóricos que, bajo el falso argumento del bien del pueblo, manipulan a las masas.

No solo es grave la actitud de Trump, sino el eco que tiene en sus más de 70 millones de votantes, e incluso entre políticos de otras naciones que lo defienden, respaldan y justifican. No solo el presidente de extrema derecha de Brasil, el polémico Jair Bolsonaro, sino también el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien en más de una ocasión ha dicho públicamente que se identifica con Trump, quien ahora podría ser sometido a un proceso de destitución por sedición.

“Ambos sabemos cumplir lo que decimos, y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante”, escribió en julio de 2018 AMLO a Trump, luego de haber ganado las elecciones en México, pese a los constantes insultos, descalificaciones y persecuciones del mandatario de Estados Unidos hacia México y sus ciudadanos.

En julio de 2020 AMLO hizo su primera visita de Estado a la Casa Blanca, y aunque Trump pregonaba que los mexicanos pagarían el muro fronterizo para frenar la migración, el presidente de México dijo que no iba a confrontarse con Trump por el muro. En lugar de eso en la Casa Blanca aseguró: “…Hemos recibido de usted comprensión y respeto”. Y sobre su relación con Trump, dijo: “Fracasaron los pronósticos. No nos peleamos. Somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”.

Tras las elecciones presidenciales, en las que Joe Biden obtuvo desde las primeras 72 horas una mayoría clara, AMLO se negó a felicitarlo y dio eco a los reclamos de fraude electoral hechos por Trump comparando la situación con la del fraude electoral que él mismo habría sufrido en 2006.

Trump hizo honor a la amistad salvando al general Salvador Cienfuegos de una condena segura por narcotráfico, y repatriándolo a México a petición de su amigo AMLO, cuyo Ejército lo había amenazado con salirse de control, ante la detención de uno de los miembros de su elite. Ahora, López Obrador se niega a explicar en sus conferencias de prensa matutinas la impunidad de la que hasta ahora goza el militar.

Coincide AMLO más con Trump que con su propia esposa

Como parte de esta evidente y real amistad,  tras los eventos violentos en el Capitolio que claramente contravienen la paz y democracia, AMLO se negó a opinar sobre los hechos argumentando que su gobierno no intervenía ni opinaba de los asuntos de otros países. Pero condenó públicamente que Twitter cancelara la cuenta de Trump. Comparó la medida como de “Santa Inquisición”. “…Que a nadie le quiten el derecho de transmitir un mensaje en Twitter o en Face (Facebook)”, pidió.

Me llama la atención el nivel de empatía y amistad  de AMLO por Trump, que incluso la antepone a las propias posturas de su esposa, la doctora Beatriz Müller, a quien sin duda le debe en parte su triunfo electoral del 2018.

El verano pasado, la primera dama mexicana se quejó amargamente de que Twitter permitiera mensajes ofensivos y de bullyng contra su hijo menor de edad Jesús Ernesto, que procreó con López Obrador. El niño fue ofensivamente criticado por usar unos costosos zapatos deportivos.

Müller exigió a Twitter, pienso yo con razón, restringir mensajes ofensivos y/o violentos. “Tú y tu permisividad con mensajes que denigran a menores de edad. ¿Todo eso por dinero? Necesitamos redes sociales con ética y transparencia. ¿Cuándo nos informas cuánto te pagan por esa sucia tarea?”

Pero cuando Trump hace lo mismo, llamando a las hordas a invadir ‘salvajemente’ el Capitolio, con los resultados ya vistos, AMLO se queja de que Twitter aplique los códigos de ética a los que tanto apelaba su esposa para proteger a su hijo.

Otros amigos afines

La tendencia del presidente de México de tener empatía con políticos de ese perfil es un mal síntoma.

Otro ejemplo es el expresidente de Bolivia Evo Morales, quien en 2006 ganó las elecciones presidenciales anunciándose como el candidato de los indígenas y los pobres. En 2008 logró cambiar la Constitución, que permitía su reelección solo por un periodo de gobierno más.

Más tarde con el apoyo de su partido y violentas manifestaciones de sus simpatizantes logró nuevas modificaciones y una vez más prometió irse de la presidencia en 2014. Pero no cumplió, y con nuevas argucias, y apoyándose en el respaldo popular, logró que el Tribunal Constitucional cambiara las normas y le permitiera reelegirse indefindamente, convirtiéndose en una especie de dictador con un periodo de 14 años en el poder, siendo el boliviano con más años en el gobierno.

En 2019 se convocó a una elección en la que Evo se postuló una vez más, pese a las acusaciones en contra de su gobierno de corrupción, e incluso de vínculos con el Cartel de Sinaloa. Salió huyendo del país luego de proclamarse vencedor en un proceso electoral que la Organización de Estados Americanos (OEA)  declaró plagado de irregularidades en las elecciones. Tras las masivas protestas en contra del fraude electoral salió del país. Evo se quejo de un golpe de Estado, pero la OEA lo declaró un “auto golpe” para perpetuarse en el poder.

Fue AMLO quien dio refugio a Evo en 2019 y, pese a las supuestas líneas de austeridad de su gobierno, con él hizo una excepción y  lo alojó en una muy lujosa residencia en la Ciudad de México de más de 5 mil metros cuadrados, construcción que es propiedad del gobierno de México y una réplica del Petit Trianon de Versalles, con costo para el erario público.

En el caso del depuesto presidente de Bolivia no aplicó su supuesta política de no intervención. “Evo no es solo nuestro hermano….Evo fue victima de un golpe de Estado…”, aseguró López Obrador.

Narcicista patológico, paranoico, manipulador, sádico, intolerante con oponentes y periodistas, así describen a Donald Trump psiquiatras, analistas y personas que formaron parte de su círculo más cercano en el documental “#UNFIT: The Pychology of Donald Trump”, trasmitido por Atlántida aquel terrible 6 de enero tras las imágenes de la toma del Capitolio.

Si bien AMLO se compara  sí mismo con Benito Juárez, es preocupante el perfil de quienes él encuentra símiles. No solo por los pronunciamientos públicos que hace, sino por las acciones que ha ido emprendiendo a lo largo de sus tres años de gobierno. López Obrador ha ido pasando de un gobierno de izquierda a uno absolutista. La pregunta es si ha ido mutando o si se ha ido desnudando. El tiempo lo dirá.

(Anabel Hernández -dw.com)





           



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