» Desmayos del corazón

Esta nota fue creada el lunes, 6 febrero, 2012 a las 23:01 hrs
Sección: La corazonada

Cuando Lorena tenía 13 años se desmayó por primera vez. Hacía pocos meses que estaba menstruando y ese día se encontraba precisamente en la misma situación, cuando al levantarse en el salón de clases vio todo obscuro y cayó al piso, haciéndose una herida en la cabeza que ameritó seis puntadas. Fue examinada por un neurólogo que concluyó que estaba sana y la dio de alta.

En los siguientes años tuvo uno o dos desmayos por año, pero dado que nunca le ocurrió algo grave y ya le habían dicho que era sana, ya no hizo nada por mejorar la situación.

Yo la conocí a los 23 años, durante su primer embarazo, pues su ginecólogo estaba preocupado de que se sofocaba con facilidad y había tenido varias amenazas de desmayo.

La revisión física que le hice sólo destacaba que tenía 52 latidos por minuto como único dato anormal, pues por lo demás todo estaba en orden y su electrocardiograma era normal.

La frecuencia del corazón debe estar entre 60 y 100 latidos, así que estaba ligeramente lenta. El diagnóstico que le establecí fue de corazón lento por alteraciones de su sistema autónomo y el tratamiento le permitió hacer una vida completamente normal.

Les relato este caso, porque es muy frecuente y si bien lo más dramático sigue siendo el desmayo provocado por la falta de circulación suficiente al cerebro pues hay secuestro de sangre en las piernas y un corazón lento que no aporta la cantidad suficiente de sangre, en realidad las variaciones son enormes, pues hay pacientes con alteraciones autonómicas menores, que a veces están muy sintomáticos y la mayoría de los médicos no les hacen ningún caso pues se trata de un trastorno funcional muy difícil de diagnosticar, sobre todo porque físicamente son personas sanas.

Aclaremos entonces, que estructuralmente su sistema circulatorio es sano pero funciona mal en cuanto al control del ritmo cardíaco y la circulación.

Las alteraciones a las que me estoy refiriendo, ocurren en el sistema nervioso vegetativo, también llamado autónomo, debido a lo cual, una persona con estos problemas decimos que padece Disautonomía.

El prefijo dis quiere decir “diferente a, o dificultad para algo” por lo que las personas que padecen Disautonomía tienen un control inadecuado de su sistema autónomo, que regula todas aquellas funciones de las que no tenemos control voluntario.

El sistema nervioso vegetativo está integrado por neuronas, ganglios nerviosos y nervios que funcionan con sustancias que permiten mandar mensajes (órdenes) a los diferentes órganos del cuerpo para su funcionamiento. Son dos integrantes del sistema: el simpático que usa adrenalina y sustancias parecidas para su función y el parasimpático que utiliza acetil colina para poder dar órdenes a los órganos.

El simpático estimula al corazón a latir con más fuerza y más rápido, en tanto que el parasimpático ejerce un efecto sustancialmente contrario. A los vasos sanguíneos el simpático les provoca que se cierren, en tanto que el parasimpático los abre y puede hacer que llegue mucha sangre a una zona del cuerpo  donde se necesite a costa de “secuestrar” el flujo sanguíneo de otras zonas.

Por ejemplo, si usted acaba de comer y se pone a correr, el parasimpático ya estaba mandando mucha sangre al estómago e intestinos para la digestión y ahora, manda mucha sangre a las piernas, por lo que la persona podrá tener desde un “dolor de caballo”, hasta un desmayo.

Los síntomas son extraordinariamente variados, por lo que le explico siempre a mis pacientes, que la Disautonomía no es una enfermedad en sí misma, pero hay miles de personas que la padecen y que con frecuencia son tachadas de “nerviosas”, se les acusa de “estar histéricas” y no falta quien les diga que “lo que necesitan es un marido” y muchos médicos de primer contacto les prescriben medicamentos contra la ansiedad que no resuelven nada.

He estado hablando en términos de pacientes femeninos, pues efectivamente el 95% de los pacientes con Disautonomía son mujeres, que tienen una gran variación en sus síntomas, desde la que se queja de palpitaciones intensas a no más de 120 por minuto, hasta la que sufre de desmayos muy severos y reciben el diagnóstico de Síncope Neurocardiogénico.

Síncope viene del griego y quiere decir “corte de” en referencia a que hay un corte del control del estado de alerta. Sin embargo, el motivo más frecuente de consulta es “vengo a verlo porque se me baja la presión”. La realidad es que la “baja presión” sostenida es muy rara. La llamamos hipotensión y es un problema grave de salud.

Me estoy refiriendo, entonces, a personas que bajo ciertas circunstancias sufren de una baja de presión por minutos pero que no es sostenida y que se debe a Disautonomía. Siempre deberán ser examinadas de manera integral y realizarles un electrocardiograma en reposo y dinámico de 24 horas, llamado monitoreo de Holter.

El tratamiento está encaminado a identificar alguna situación precipitante para evitar que el problema se perpetúe, pues sabemos que el consumo de café y bebidas con cafeína, el sedentarismo, desvelarse con frecuencia y comer de manera irregular, sin horarios, provoca que la Disautonomía se manifieste más fácilmente.

Siempre les recomiendo tomar alimentos sanos cargados en sal, como los chamoys, jícamas, etc además de dormir 8 horas y comer de manera metódica. Una indicación muy importante es que hagan ejercicio aeróbico cotidiano, de preferencia sin pasar del 85% de su frecuencia cardíaca máxima, pues los afecta muchísimo llegar al sobre ejercicio.

Tenemos varios medicamentos que ayudan con este problema, como los bloqueadores adrenérgicos para quienes tienen tendencia a las taquicardias y estimulantes adrenérgicos como el salbutamol para quienes tienden al corazón lento. En casos extremos hemos colocado marcapasos para poder darle a los pacientes dosis altas de medicamentos, cuando les demostramos después de estudios, que tienen períodos de asistolia, lo que significa que en el período de crisis, su corazón deja de latir por 3 o más segundos.

En conclusión, la Disautonomía es muy frecuente, provoca a veces incapacidad de las personas para llevar una vida normal y es muy mal entendida por los pacientes y peor aún, por los médicos, lo que provoca un círculo vicioso: los síntomas llevan al paciente a buscar una ayuda que no encuentra y es calificado de neurótico lo que provoca más síntomas y es cuento de no acabar.

Espero haber sido claro con el tema, de otro modo los invito a escribir al blog o a mi correo.

Hasta la próxima.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com





           



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