La madrugada del 2 de mayo de 2015, la fiscal María Hernández fue trasladada junto a un equipo de peritos y soldados de última hora a Villa Purificación, un pequeño poblado en las montañas de Jalisco.
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) había derribado un helicóptero de la Fuerza Aérea y se tenía que investigar la escena del crimen.
La funcionaria, quien usa un nombre ficticio para proteger su identidad, testificó como parte del juicio contra Rubén Oseguera González, alias El Menchito, acusado de tráfico de cocaína y metanfetamina y posesión de armas de fuego.
Incluso señaló que existen algunos indicios que podrían confirmar que aquel 1 de mayo de hace 9 años, El Menchito ordenó que el helicóptero fuera derribado para evitar un operativo de las Fuerzas Armadas.
La fiscal aún recuerda la orden que recibió ese día por la mañana: “Que me trasladara a Villa Purificación toda vez que un helicóptero de la Sedena (Secretaría de las Defensa Nacional) había sufrido una agresión (…) había un soldado hospitalizado. Era algo que no había pasado nunca.”
No pudo viajar al lugar sino al otro día de los hechos, primero en avión hasta Guadalajara y después en un helicóptero a Villa Purificación, donde comenzaron a realizar inspecciones, a levantar indicios y a recuperar cuerpos.
“Todavía se escuchaban disparos por la noche”
Un día de labores no fue suficiente. El 2 de mayo la noche los alcanzó y tuvieron que dormir ahí, en una zona aproximadamente a un kilómetro del incidente, bajo árboles.
“Como llevábamos equipo en caso de levantar personas fallecidas (…) tuvimos que pernoctar dentro de las bolsas que se utilizaban para levantar cuerpos. (…) todavía se escuchaban disparos en la zona, por la noche.”
Durante 5 días se pudieron asegurar nueve camionetas, pistolas, rifles, granadas, cartuchos percutidos, radios, accesorios vinculados al Cártel Jalisco y los cuerpos de nueve sicarios que participaron en la refriega en la que, según han testificado otros colaboradores del gobierno estadunidense, el ejército buscaba capturar a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho. La zona era de difícil acceso, con mucha vegetación y sin asentamientos humanos.
Uno de los vehículos y dos armas ejemplificaron el infierno que se vivió aquella violenta noche. Una camioneta portaba una torreta artesanal donde las autoridades presumen que se colocó una ametralladora pesada tipo Browning, calibre .50, que fue recuperada a algunos metros del vehículo.
También se aseguraron los propulsores y la munición de los RPG (granadas propulsadas por cohetes) con los que atacaron el helicóptero del ejército.
Con toda la información, la Fiscalía estadunidense comenzó a dibujar la ruta hacia el acusado, El Menchito. Según la testigo, en las camionetas encontraron cinturones para cargadores con hebillas en las que se leía el grabado “Jr”, uno de los apodos que varios testigos han dicho, correspondía al acusado.
Además, en los cinturones se leían las siglas CJNG y FEM, que después pudieron averiguar a través de una gorra, significaban Fuerzas Especiales Alto Mando, es decir, el comando de élite que custodiaba a Nemesio Oseguera Cervantes.
Ese día también se aseguraron seis relojes de lujo valuados en 6 millones de dólares, entre los que destaca uno con la silueta del estado de Jalisco grabada y que otro testigo colaborador, Herminio Gómez, ex director de la Policía Municipal de Villa Purificación y jefe de seguridad para El Mencho, portaba El Menchito.
Gómez, apodado El Indio, también asegura que el día que el helicóptero fue derribado, escuchó a El Menchito dar la orden para disparar contra la aeronave del ejército a través de radios de comunicación.
(milenio.com)