» Ansiedad agrava síntomas del intestino irritable

Esta nota fue creada el viernes, 10 julio, 2015 a las 23:18 hrs
Sección: ¿Sabías que?

Los estilos de vida de apego ansioso y evitación tienen una influencia negativa indirecta en la gravedad del síndrome de intestino irritable (SII), así lo confirma un estudio que realizó un grupo de médicos, donde participó la UNAM.

Este síndrome es la primera causa de consulta al gastroenterólogo, por ello especialistas realizaron un estudio transcultural para determinar los factores psicológicos que influyen en el dolor de los pacientes.

Al analizar el papel que juegan estos tres factores, los expertos llegaron a la conclusión de que los estilos de apego ansioso y de evitación tienen una influencia negativa indirecta en la gravedad de ese padecimiento.

De acuerdo con un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), esta enfermedad es el trastorno funcional digestivo más frecuente, pues se calcula que entre cuatro y 20 por ciento de la población mundial lo padece, así como 16 de cada 100 mexicanos.

Se le clasifica entre los trastornos funcionales digestivos porque no tiene una base estructural u orgánica. Además, se manifiesta por la presencia de dolor o malestar en el vientre, cuya sensación más reconocida es la distensión del abdomen asociada a cambios en el hábito intestinal como estreñimiento, diarrea o ambos.

En un principio se pensó que era un padecimiento psicosomático y que su aparición respondía a alteraciones psicológicas como la ansiedad, la depresión y el estrés, luego, a dificultades de la motilidad intestinal.

También, a problemas de la sensibilidad visceral y más tarde a una alteración de la comunicación entre el cerebro y el intestino que también modificaría la motilidad intestinal y la sensibilidad visceral.

Se planteó que su origen tenía que ver con un proceso inflamatorio que no puede ser diagnosticado con las técnicas de histología puestas en práctica durante las biopsias de rutina. Sin embargo, se plantea que su causa sea multifactorial.

Esta característica dificulta el tratamiento de la afección, ya que cada paciente presenta un factor predominante, por lo que el procedimiento es individualizado.

Con el fin de determinar la relación que puede existir entre el estilo de apego en las relaciones personales, el catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor en los pacientes, se llevó a cabo un estudio transcultural coordinado por investigadores de la División de Gastroenterología, en Nueva York, Estados Unidos, Charles y Mary-Joan Gerson.

Uno de los especialistas que colaboraron con ellos, fue profesor titular del Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad (HIPAM) de la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM en el Hospital General de México “Doctor Eduardo Liceaga”, Max Schmulson.

Es el tercer estudio transcultural sobre esa afección. Los otros dos también fueron coordinados por los doctores Gerson.

“Este tipo de investigaciones es muy importante hoy en día porque hay factores culturales y étnicos que pueden repercutir en la manera en que se manifiesta el padecimiento en diversas partes del mundo”, dijo Schmulson.

En el estudio participaron hombres y mujeres de México (DF), Estados Unidos (Nueva York y Los Ángeles), Italia (Roma y Bari), Rumania, China, Irán e India, con síndrome de moderado a grave, edad promedio de 39 años y alto nivel socioeconómico y educativo.

“De cada lugar se incluyeron 50 pacientes y 20 personas que no sufrían este trastorno funcional digestivo. Todos los pacientes requieren atención médica porque su afección impacta significativamente en su calidad de vida y actividades diarias”, agregó.

El estilo de apego tiene sus orígenes en la infancia, cuando el recién nacido aprende a relacionarse con su cuidador principal y, por lo tanto, a desarrollarse social y emocionalmente.

Básicamente hay cuatro tipos: seguro, ansioso, de evitación y una combinación de estos dos últimos: temeroso-de evitación.

Un individuo con apego seguro es capaz de identificar a una figura que puede ayudarlo si lo necesita; uno con estilo ansioso busca la proximidad de la figura primaria y, al mismo tiempo, se resiste a ser tranquilizado o se muestra agresivo.

El de evitación tiende a mantener cierta distancia emocional de personas y objetos amenazantes; y con el temeroso-de evitación quiere la cercanía de alguien, pero ésta se ve comprometida por su temor.

“Ahora sabemos que un apego ansioso o de evitación puede estar asociado a enfermedades que pueden impactar, de manera más significativa, la calidad de vida; afectar la forma en que éstas se afrontan en la edad adulta y propiciar malos resultados durante esos estados patológicos.

“El estilo de apego nunca antes había sido estudiado en relación con el SII”, indicó el universitario.

Por otro lado, el catastrofismo alude a la actitud de quien siente que nunca podrá adaptarse a un problema de salud o que es imposible que mejore.

Los pensamientos negativos sobre el dolor son aquéllos que experimenta con frecuencia un paciente que cree que nunca va a poder controlarlo o que él mismo hace algo que se lo produce.

“En cuanto al catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor, se hizo un análisis a partir del cual vimos que son mediadores entre los apegos ansioso y de evitación, y la gravedad del síndrome.

“Descubrimos que tanto el apego como el catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor varían de una región geográfica a otra, lo que significa que hay factores culturales o de la vida de cada lugar que pueden hacer que una persona tenga un determinado estilo y que, además, esto influya de una manera diferente en la forma en que manifiesta su SII”, precisó.

En comparación con los pacientes de otros países, los mexicanos presentaron niveles intermedios en la calificación de los apegos ansioso y de evitación, así como niveles bajos en catastrofismo y pensamientos negativos sobre el dolor.

“Estas calificaciones son favorables, pues indican que los pacientes mexicanos tienen una mejor respuesta al tratamiento. Debemos recordar que los que participaron en este estudio poseen un alto nivel socioeconómico y educativo, habría que ver si con uno menor obtendrían calificaciones iguales”, precisó Schmulson.





           



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