» Los grandes tesoros de la Sociedad Astronómica de México

Esta nota fue creada el domingo, 21 junio, 2015 a las 23:26 hrs

Entre las joyas de la Sociedad Astronómica de México (SAM), la segunda en formarse en el mundo, se encuentra el primer planetario en América Latina: un Spitz Planetarium fabricado en 1950, además, tiene una biblioteca con más de cinco mil libros, algunos de ellos de 1600 y un telescopio que donó Luis Enrique Erro, uno de los fundadores del IPN.

Los presidentes Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y José López Portillo, además de personajes de la cultura y la ciencia como Amado Nervo, Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, Luis Enrique Erro, Justo Sierra y Guillermo Haro, destacan entre las personalidades que fueron miembros de la sociedad, menciona en entrevista el secretario general de la SAM, Enrique Anzures Becerril.

A 103 años de su fundación, esta asociación civil que tiene como objetivo divulgar la ciencia, en especial la astronomía, imparte cursos de esta disciplina, así como de meterorítica y cuenta con el único laboratorio de óptica abierto al público para la construcción de telescopios.

Todo ello, como un esfuerzo de los integrantes de la Sociedad Astronómica de México que sin apoyo de las autoridades repararon los artefactos de observación y el espacio de los tres inmuebles con los que se cuenta: el edificio sede, el planetario “Ingeniero Joaquín Gallo” y el observatorio de “Las Ánimas”.

En el edificio Art Decó, construido en 1941 bajo el auspicio de Javier Rojo Gómez, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, Anzures Becerril narra que esta organización se inauguró el 1 de marzo de 1902 por el profesor Luis Gonzaga León Mondragón o también conocido como Luis G León, y nació como una forma de trasmitir el conocimiento científico a toda la población.

El primer boletín de la SAM se publicó el 3 de abril de 1902 y las primeras sesiones se efectuaron el primer miércoles de cada mes en la calle de Peredo, número 11, en el centro de la ciudad de México y luego, en 1905 se trasladaron a Cocheras, ahora República de Colombia, donde las reuniones se hacían el segundo y cuarto domingo de cada mes.

El especialista, encargado de investigar e integrar las piezas del rompecabezas de la historia de la Sociedad Astronómica de México, comentó que Porfirio Díaz, quien albergó el Positivismo, asistió a las sesiones y designó recursos para conseguir la primera sede de la SAM.

Respecto a Francisco I. Madero, Anzures Becerril comenta que este presidente que practicó el espiritismo, se hizo miembro de la sociedad para tomar cursos de astronomía, ya que le interesaban mucho los cometas.

Pese a la intensa actividad que esta organización llevó a cabo durante casi una década, los más de tres mil socios que tenía se desvincularon durante la Revolución Mexicana. Luego de esta época, en 1938, la Sociedad Astronómica de México volvió a congregarse y llegó a tener dos mil socios.

El también físico subraya que la Sociedad tuvo un impacto en el desarrollo de la astronomía de México, pues aunque ya se contaba con el Observatorio Astronómico Nacional, los miembros de la sociedad impulsaron más esta disciplina.

Además, dijo, contribuyeron a la creación del Observatorio Astrofísico Nacional, primero en el arzobispado de Tacubaya, luego en Tonantzintla y al final en San Pedro Mártir.

Anzures Becerril asegura que gracias a la influencia política de Luis Enrique Erro, quien además de ser el impulsor del Instituto Politécnico Nacional (IPN) fue un apasionado de la astronomía que inició sus trabajos en la Sociedad, se construyó e inauguró el 18 de noviembre de 1946 el edificio sede en el parque Coronel Felipe Xiconténcatl o también conocido parque Álamos, en la delegación Benito Juárez.

Además, este científico mexicano donó el gran telescopio reflector de 35 centímetros J.W. Fecker de Pittsburg que se encuentra en el segundo piso del inmueble y es uno de los más grandes de la ciudad de México, el cual fue reparado por alumnos del área de instrumentación del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1958 se colocó el planetario Spitz Planetarium, que usó con mucha frecuencia Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, pues fue un socio asiduo de la SAM, señala Anzures Becerril, quien detalla que todas las piezas de este artefacto, que funciona al ciento por ciento y que integrará pronto la museografía del edificio sede, son originales.

A su vez, Anzures Becerril destaca la riqueza del acervo de libros con los que cuenta la también remodelada biblioteca, pues en ella se encuentra el texto original de los reportes técnicos del tránsito de Venus por el disco del Sol, que hizo una comitiva mexicana encabezada por Francisco Díaz Covarrubias en Yokohama, Japón en 1874.

El especialista afirma que aunque se perdieron muchos libros por un diluvio que cayó el 4 de julio de 1924, hay importantes obras astronómicas y científicas entre los más de cinco mil libros en esta biblioteca, que se hizo más grande, luego de que el presidente José López Portillo, quien también fue socio de la SAM, ampliara el edificio sede.

Comentó que entre 1980 y 1981 la Sociedad Astronómica de México recibió el Observatorio Astronómico de las Ánimas en Chapa de Mota, Estado de México, el cual está ubicado a 3 mil 100 metros sobre el nivel del mar y donde en la actualidad se llevan a cabo, entre otras actividades, campamentos, como una forma de acercar a la población a la astronomía.

Finalmente, el 9 de junio de 1991 se inauguró el planetario “Ingeniero Joaquín Gallo”, que lleva el nombre de quien fue el director del observatorio de Tacubaya de 1915 a 1947 y está ubicado en el Parque Francisco Villa, mejor conocido como Parque de los Venados, al sur de la ciudad de México y hace poco fue reabierto al público tras su remodelación, agregó.





           



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