El gobierno de Australia mantuvo semanas atrás un diferendo con el Relator Especial de Naciones Unidas, Juan E. Méndez, quién aseguró que las políticas de asilo de ese país violan la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Días después, el Primer Ministro de Australia, Tony Abbott, reaccionó con enojo a los señalamientos hechos por el Relator y dijo que los australianos estaban “cansados de los sermones de Naciones Unidas”.
Agregó que el organismo internacional debía dar más crédito al gobierno de Australia porque con su política ha detenido el flujo incesante de barcos con inmigrantes y puesto fin a las muertes en alta mar.
También acusó a Naciones Unidas de creer las afirmaciones “de los habituales activistas de derechos humanos” para hacer conclusiones “absolutamente disparatadas” sobre el tratamiento que da Australia a quienes buscan asilo.
Y es que el 9 de marzo, el Relator Especial de Naciones Unidas sobre Tortura presentó al Consejo de Derechos Humanos un reporte en el que señala que las políticas de asilo de Australia violan la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
El reporte se refiere a los centros de detención de refugiados en Nauru and Manus Island, a los que son dirigidas las embarcaciones de quienes buscan asilo en Australia.
El reporte encuentra que el gobierno australiano no sólo falla en proveer “condiciones adecuadas de detención” en estos centros, sino “en poner fin a la práctica de detención de niños” con lo cual viola los derechos de los menores “a ser libres de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.