» El corazón dañado por el SIDA

Esta nota fue creada el martes, 1 enero, 2013 a las 2:15 hrs
Sección: La corazonada

Entre las enfermedades más complejas que podemos atender los médicos están la infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Se calculan unos 40 millones de personas en todo el mundo que tienen uno de estos dos problemas. Pero no pierdan la perspectiva de que no se encuentran entre las primeras diez  causas de muerte en nuestro país, de hecho, no se encuentra entre las primeras 20 causas, aunque la última información de la Organización Mundial de la Salud, reportó que fue la sexta causa de muerte en un promedio mundial, pues los países muy pobres tienen al complejo VIH-SIDA como una causa predominante de muerte, lo que no ocurre en nuestro país.

En otras palabras, México tiene una situación muy particular pues tenemos miles de niños desnutridos pero ocupamos el segundo lugar en el mundo en obesidad infantil y tenemos también la paradoja de tenemos unos 35 000 pacientes con este problema, pero no entra ni siquiera en las primeras veinte causas de muerte y puesto que los medicamentos anti retrovirales son muy caros, la Secretaría de Salud debe dedicar muchos recursos para su atención.

El corazón es uno de los órganos más dañados por el complejo VIH-SIDA, por lo que en la columna de hoy haré para ustedes, mis amables lectores, una revisión de los problemas cardiológicos asociados a esta enfermedad, sin revisar las múltiples aristas que este complejo problema tiene, ya que es un tema muy controversial por las repercusiones sociales, económicas, religiosas y morales que tiene, que incluso ha provocado los llamados crímenes de odio.

La principal razón de estas situaciones es por la asociación del complejo VIH-SIDA con la homosexualidad, pero no deben olvidar que no todos los enfermos de SIDA se infectan por contacto sexual, ya que hay muchos casos por transmisión de madres a hijos en vida intrauterina, puede ser por contacto heterosexual y por una trasfusión de productos de la sangre sin controles adecuados, una situación que vemos cada vez menos, afortunadamente.

Otro punto de vista interesante es la disminución del riesgo de contagio en forma directa del 35 al 8% por el empleo de las drogas anti retrovirales y el empleo de medidas de protección para el sexo no seguro y las medidas preventivas contra la transmisión mediante transfusiones sanguíneas y de productos de la sangre, que han sido llevadas hasta el extremo.

Una de las principales lesiones del corazón por el SIDA es la inflamación del músculo cardíaco, lo que se denomina una miocarditis, generalmente por virus de varios tipos como los echovirus y coxsackie, aunque a veces se identifican otros virus incluso herpes, que infectan el corazón por la desventaja que el paciente tiene por la depresión de su sistema inmunológico, además de que a veces se les identifican hongos, micobacterias y protozoarios, como les describía en otra entrega de esta columna cuando les hablé de la enfermedad de Chagas.

Algunos casos se han relacionado con cardiomiopatía dilatada provocada por el  SIDA, sin duda como secuela de una miocarditis mal manejada o que en su momento no fue diagnosticada.

Hay casos de cardiomiopatía en los niños, por la infección directa de madres infectadas a sus hijos y que desgraciadamente fallecen antes de llegar a la pubertad.

Las tres principales manifestaciones del SIDA en corazón son insuficiencia cardíaca sintomática sin etiología definida, disfunción ventricular izquierda y derrames pericárdicos. Estos problemas son progresivos sin tratamiento anti retroviral y se presentan hasta en el 45% de los niños infectados directamente por sus madres y hasta en el 27% de los adultos con SIDA.

Los cardiólogos siempre pensamos en la posibilidad de que nuestro paciente con insuficiencia cardíaca  sintomática o con derrame pericárdico inexplicables, tenga SIDA. Tanto en niños como en adultos que han fallecido por insuficiencia cardíaca y SIDA, se les ha encontrado infiltración linfocitaria y miocarditis.

La infección de las válvulas del corazón se denomina endocarditis y en pacientes con SIDA es muy raro que se presente, a excepción de personas que usan drogas endovenosas.

Por fortuna hay luz al final del túnel, pues no hay duda sobre la disminución de los casos de SIDA en enfermos del corazón. Hay dudas epidemiológicas de que los casos de SIDA en el país hayan permanecido estables o realmente estén disminuyendo como ha pasado en otros países, sin embargo, me tocó en 1982 vivir el primer caso de SIDA en México y ver la explosión epidémica de la enfermedad hasta mediados de los años noventa, por lo que no tengo dudas de que la enfermedad está disminuyendo.

Una verdadera desgracia es que la mitad de los pacientes con cardiomiopatía dilatada por SIDA fallecen a los dos años a pesar de los mejores tratamientos que podamos ofrecerles, en tanto que enfermos igualitos pero sin SIDA pueden vivir dos o tres veces más. Otro aspecto interesante es el empleo de la Zidovudina como manejo profiláctico para el personal de salud que trata pacientes con SIDA.

Esto quedó demostrado con un estudio a 3 décadas en más de cinco millones de personas involucradas en el manejo de estas personas, que demostró un riesgo excesivamente bajo de contagiarse a pesar de realizarles todo tipo de estudios, de someterlos a cateterismo cardíaco y aún al practicarles una cirugía a pacientes con SIDA. Por ello desde hace 15 años aproximadamente se eliminó cualquier tipo de veto para atender en México a un paciente con SIDA y además, enfermo de cualquier problema del corazón.

Espero que surjan dudas o comentarios sobre este interesante tema, para lo cual les ofrezco el espacio al final de la columna o directamente a mi correo.

Les desde todo género de bendiciones para el Año Nuevo que inicia el día de mañana.

¡Felicidades!





           



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