» Estado actual de la terapia de reemplazo hormonal en las mujeres

Esta nota fue creada el lunes, 5 mayo, 2014 a las 5:00 hrs
Sección: La corazonada

La ciencia del reemplazo hormonal es muy compleja y no están dadas todas las respuestas en relación al riesgo y los posibles beneficios en todas las esferas de la salud.

Puesto que la Medicina se ha hecho cada vez más personalizada, ninguna recomendación  puede ser generalizada, por lo que los pacientes deben informarse y preguntarle a su médico de confianza sobre cada terapia que requieran, tanto para el tratamiento de un problema de salud, como para recibir algún medicamento para prevenir una enfermedad.

Esto es justamente lo que está ocurriendo con los estrógenos, que desde los años setentas se empezaron a administrar para prevenir lesiones cardiovasculares.

El objetivo de la columna de hoy, es mostrarles la información más actualizada sobre este tema, que en mi práctica privada es un motivo de consulta de todos los días.

Los beneficios con dosis bajas de hormonas y para problemas no tan graves como la pérdida de masa ósea, lo que comúnmente escuchamos en la calle como osteoporosis, se han observado principalmente en mujeres de 65 años o más, sobre todo si son personas con un estilo de vida sedentario. Quiere decir, que las mujeres más jóvenes y que hacen ejercicio frecuente, no desarrollan osteoporosis y por lo tanto no requieren terapia de reemplazo hormonal cuando han llegado a la menopausia.

Así de sencillo se los planteo, ni siquiera para este problema de la osteoporosis, hay acuerdo total entre los médicos acerca de sus beneficios, aunque es una práctica muy común entre mujeres, que se hacen recomendaciones sobre el empleo de diversos preparados estrogénicos .

Desde el año 2000 se publicó en la mejor revista cardiológica del mundo, la posición de un comité desarrollado en forma especial para definir una conducta médica sobre la terapia de reemplazo hormonal después de la menopausia.

Las posiciones son muy claras: no se deben emplear los estrógenos para prevención primaria de una enfermedad cardiovascular y a excepción de las  mujeres con diabetes mellitus, no hay información adecuada para prescribirlos después de un infarto, lo que llamamos prevención secundaria.

De hecho varios países de primer mundo, consideran ahora que la enfermedad coronaria constituye una contraindicación absoluta para el empleo de terapia hormonal de reemplazo. En México no se han realizado estudios científicos suficientes para tomar una posición médica como país.

Sigue siendo un tema de gran controversia la comparación entre los posibles efectos benéficos no cardiovasculares y la liberación de los síntomas comunes del climaterio, contra la posibilidad de desarrollar un cáncer de mama o cervicouterino, si bien hay evidencia suficiente para afirmar que el desarrollo de estas dos variedades de cáncer, dependen del tiempo de empleo de la terapia hormonal, del tipo de medicamentos empleados y por supuesto de la genética de las mujeres que lo reciben.

Tampoco es despreciable el riesgo de padecer una trombosis venosa profunda, un problema que se detectó desde los años setentas, cuando se observó que las mujeres que empleaban “la píldora anticonceptiva”, como se le llamó al medicamento empleado con ese fin y que contenía hormonas femeninas de ambos tipos, tanto estrógenos como progestágenos.

Ya desde el año 2004 se conocía la información de que los riesgos para la salud de las mujeres excedían a los beneficios con el empleo de la terapia hormonal sustitutiva. Dado que se empezó a encontrar que las tasas de cáncer mamario y útero, así como de trombosis venosa y embolia pulmonar se incrementaban de manera considerable con esta terapia hormonal, se suspendió antes del tiempo programado este estudio, que incluyó a más de 26 000 mujeres.

Es muy significativo también otro estudio científico, conocido como “de las enfermeras y las doctoras”, desarrollado en Estados Unidos y que incluyó a casi 150 000 mujeres que trabajaban en hospitales, por más de diez años y que concluyó que a excepción de las enfermas de diabetes mellitus, en las que encontraron un escaso beneficio, en los demás grupos de personas los riesgos para la salud superaban con creces a los beneficios, por lo que no se avala el empleo de estos medicamentos para prevenir enfermedades cardiovasculares.

Como siempre hago en esta columna, deseo aclararles mi posición personal sobre el tema. Considero que antes de iniciar este tipo de terapia, se deben plantear de manera precisa cuáles son los objetivos que se buscan.

Para disminuir los síntomas de la menopausia son útiles, pero se deben usar en dosis bajas y por pocos meses. Con la finalidad de prevenir la osteoporosis, sólo serán empleados en mujeres muy bien seleccionadas, mayores de 65 años y que sean sedentarias, ya sea por alguna limitación física como la obesidad o algún trastorno ortopédico. En ambos casos, antes de recibir los preparados hormonales, las pacientes deben ser estudiadas para definir que no están en riesgo de desarrollar cáncer de mama o de útero.

Con el objetivo de prevenir un infarto, no son útiles (la llamada prevención primaria). Por otra parte, considero que nunca deben ser empleados estos preparados hormonales, en mujeres que ya han sufrido un infarto, pues  no sólo no son benéficos sino que pueden ser muy dañinos.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.





           



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