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» Corazón dulce

Esta nota fue creada el domingo, 25 septiembre, 2011 a las 22:20 hrs
Sección: La corazonada

Amar a otra persona es una maravilla. Las reacciones químicas que suceden en nuestros cuerpos nos producen sensaciones desconocidas y el ser amado que las provoca, ocupa nuestras mentes todo el tiempo y por siglos las personas hemos atribuido al corazón todas estas sensaciones.

Otro día hablaremos del porqué se atribuye el amor al corazón, ya que hoy sólo analizaremos los efectos que la diabetes produce en el corazón. El corazón dulce.

Los alimentos que tomamos a diario nos proporcionan diferentes nutrientes, pero la base de las funciones corporales es la glucosa, un azúcar que se produce por el metabolismo de los carbohidratos, que son la base de nuestra alimentación cotidiana, junto con las proteínas y los lípidos.

Para poder tener energía (que es aprovechada en cada célula de nuestro cuerpo) debemos transformar la glucosa en moléculas que puedan ser degradadas en forma inmediata y para eso resulta idóneo el adenosín trifosfato, un compuesto fosforado que es clave para la vida.

Para que esto ocurra en cada célula, la glucosa debe entrar desde la sangre a cada una de ellas mediante la insulina, una hormona que produce el páncreas.

Me explico: hormona viene del griego y significa “yo te hago trabajar”, algo así como la esposa de los hombres perezosos y páncreas es un órgano en el vientre, cuyo nombre significa “toda hormonas” pues el sufijo pan significa “todo” y creas significa “lo que se secreta, lo que se expulsa o sea puras hormonas”.

La insulina nace del páncreas y mete el azúcar a las células, por lo que es un apoyo vital para nosotros. Cuando las células que producen esta hormona empiezan a morir en los islotes del páncreas (islote e ínsula es lo mismo y de ahí deriva el nombre de la hormona), se presenta la enfermedad llamada diabetes mellitus, de la cual hay varios tipos, que no serán motivo de revisión en esta columna, pero todos ellos afectan gravemente al corazón.

Mellitus deriva de miel, pues hace unos dos mil años, quienes practicaban la medicina acostumbraban probar la orina de los pacientes y observaban que las hormigas se acercaban a los sitios donde los diabéticos orinaban.

Así pues, las peores formas de enfermedad cardíaca las vemos en los diabéticos, pero esto NO debería de ser así. Tengo pacientes que se han deprimido tanto al saber que son diabéticos que han pensado en suicidarse y esto es inadmisible, pues un diabético bien cuidado habrá de vivir los mismos años que otro que no está enfermo de diabetes.

Pero lo bien cuidado, depende mucho más del paciente que de su médico y hoy les daré varios consejos respecto a esto, pero primero quiero enfrentarlos al problema de la diabetes en nuestro país.

Una de cada diez personas es diabética y a esto contribuye de manera muy importante, el cambio en nuestros hábitos alimenticios a partir de los años sesenta, pues empezamos a copiar lo malo de la comida rápida y a abandonar alimentos sanos.

Conozco personas que evitan las verduras de manera rutinaria y critican a los que comen ensaladas, aduciendo que “no son vacas” para comer hojas. Grave problema, peor si eres diabético, puesto que los antioxidantes que estos alimentos te brindan, evitan mucho del daño que se produce en el corazón dulce.

Cuatro de cada diez pacientes que ingresan a terapia intensiva con un infarto del miocardio son diabéticos, de hecho es el tercer problema en cuanto a frecuencia de presentación en los infartados pues es más frecuente el tabaquismo y la presión alta en estos pacientes, pero la diabetes en las coronarias provoca lesiones más complejas, más intensas, que las lesiones provocadas por el tabaco o la presión alta.

No olviden que las lesiones obstructivas de las coronarias, que llevan a las personas al infarto, se desarrollan a través de muchos años, por lo que el diabético debe empezar a cuidarse desde que es pre diabético, es decir, cuando le aparezcan datos de que va a ser diabético como el cuello oscuro, piel oscura en las manos y empiece a ganar peso de manera importante, todo lo cual se observa en lo que se conoce como síndrome metabólico y del que nos ocuparemos en otra columna.

El diabético debe abandonar de manera inmediata el tabaquismo. Baste decirles que un diabético que fuma tiene 8 veces más riesgo de morir por infarto.

El diabético debe alcanzar un peso corporal adecuado a su estatura, a su género y su edad, pues la peor combinación es un diabético gordo.

El enfermo de diabetes debe hacer ejercicio todos los días. Le bastan 20 minutos de caminata a paso ligero para mejorar su perfil de riesgo. No tiene que ser un campeón deportivo ni agotarse todos los días y terminar odiando el ejercicio. Tomen al ejercicio como una distracción y estarán salvando su vida.

El diabético debe estar bajo control médico con un profesional de su confianza que le indique la necesidad de exámenes de laboratorio complementarios de manera oportuna, que en general debe ser cada tres meses y que incluya la determinación de hemoglobina glucosilada, que debe mantenerse debajo de 6.5 mg que es el nivel normal y demuestra que está llevando un buen control.

Debe mantener su presión arterial debajo de 130/80 con un buen tratamiento farmacológico y su colesterol debajo de 200 mg así como triglicéridos debajo de 180 mg, lo que se puede lograr comiendo pescado al menos dos veces a la semana y recibiendo la medicación que su médico considere necesaria.

Las mujeres en climaterio y que padecen diabetes se ven muy beneficiadas con la administración de hormonas femeninas, lo que NO se ha comprobado con las mujeres que no son diabéticas. Si bien el empleo rutinario de aspirina en los diabéticos sigue siendo tema de controversia, yo aconsejo que sí la usen, una dosis de 75 a 100 mg al día, sobre todo si además de diabetes, padecen colesterol y presión arterial altos.

Les deseo lo mejor y les recuerdo que estoy abierto a las preguntas y sugerencias de temas para columnas futuras de La corazonada.

Correo: ricardo.jauregui03@gmail.com





           



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