» El nuevo mapa y futuro político de España

Esta nota fue creada el jueves, 25 junio, 2015 a las 12:49 hrs
Sección: El mundo

Tras la muerte de Francisco Franco, en noviembre de 1975, Adolfo Suárez, nombrado por el recién coronado Rey Juan Carlos, se convirtió en la cabeza de un gobierno de transición entre la dictadura y una incipiente democracia.

La retaguardia militar del gobierno fue reemplazada gradualmente por políticos más jóvenes que prepararon el camino para la redacción de la nueva constitución española, aprobada finalmente en un referéndum en diciembre de 1978.

España sería a partir de entonces una monarquía constitucional según el modelo del Reino Unido, y se organizó territorialmente más tarde en 17 territorios y recibieron el nombre de Comunidades Autónomas, lo que supuso una remodelación del antiguo sistema de regiones. De esta manera, España llegó a ser una especia de monarquía federal.

Adolfo Suárez, joven impetuoso e inteligente, dejó atrás el régimen dictatorial y pasó a formar un sistema democrático. Encabezó la coalición Unión de Centro Democrático (UCD). Posteriormente, en 1977 fue elegido de nuevo presidente, a través de las urnas, y en 1981 abandonó el cargo tras presentar su dimisión.

Después fue elegido diputado en varias elecciones generales, permaneciendo en la política hasta 1991. La aparición de Adolfo Suárez en la escena española fue toral para el futuro del país y para dejar atrás años de ignominia y opresión.

En 1982 hizo su aparición en la presidencia de España el Partido Socialista encabezado por Felipe González, hasta 1996 en que la historia volvió la cara hacia la derecha radical con José María Aznar hasta 2004.

Un atentado terrorista a una línea ferroviaria provocó un cambio fundamental en la tendencia de voto, y así el Partido Socialista volvió al poder, esta vez dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero.

Los cambios políticos en España están relacionados con las normatividades extremas de la Comunidad Europea. Ello trastocó el camino de ventaja del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), organización fundada en 1879 y que durante cien años se definió como un partido de clase obrera, socialista y marxista, hasta que en 1979, aceptó la economía de mercado.

Todo lo anterior me lleva a comentar las recientes elecciones en alcaldías españolas, concretamente en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz y La Coruña, y que hoy pueden considerarse como cabeza de playa de una izquierda socializante y que además pueden ser ejemplo en infinidad de países que luchan por sacudirse de una economía de mercado descarnada y atosigante; librarse de un neocapitalismo brutal y aterrador que enriquece a los más ricos y acaba con las clases bajas.

La pirámide poblacional en la mayoría de los países tiene una cúspide con menos personajes pero más acaudalados.

Los alcaldes de la izquierda alternativa que gobiernan a partir del anterior fin de semana las mayores ciudades del país, han cargado hoy de simbolismo sus proclamaciones.

Algunos han pedido que se les tutee, otros han renunciado al bastón de mando y la mayoría ha salido a las plazas a festejar la investidura con los vecinos.

Los nuevos regidores tratarán de romper esa distancia entre los políticos y los ciudadanos que dio lugar a la frase de “no nos representan” que resumió el Movimiento de los Indignados.

“Estamos a su servicio, queremos gobernar escuchando”, les ha dicho a los madrileños Manuela Carmena, nueva alcaldesa de Madrid. “Llamadnos por nuestros nombres de pila”, ha pedido a sus representados.

Palabras, que no “discurso al uso”, porque la regidora es alérgica a los discursos, que cree que están de más en las instituciones frente a las medidas concretas.

En el Ayuntamiento de Madrid han entrado gritos de “ó Sí se puede!” y rebeldía: varios de los ediles de Carmena han prometido el cargo “por imperativo” o “por exigencia legal”, y uno de ellos, Guillermo Zapata, ha añadido la frase en latín omnia sunt communia, que significa: “todo en común, todo de todos”.

En los plenos, Carmena no quiere ver a nadie “jugando con sus tabletas o mirando el teléfono mientras otros hablan”. Les ha advertido a los Concejales, a quienes también ha tuteado, al tiempo que anunciaba la celebración, de plenos monográficos, con la presencia de expertos en las distintas materias y con muchos datos.

La alcaldesa de la capital propone que la enorme pantalla de plasma del salón de plenos, que recoge el orden del día, dé paso a datos para debatir en las sesiones. Tras su primera Junta de Gobierno, Carmena ha explicado que irá a trabajar en transporte público.

Carmena considera que el “humor negro no puede ser cruel”, y se remonta a uno de los atentados que se han vivido en Europa recientemente: “Cuando pasó todo el debate sobre Charlie Hebdo, a mí me sorprendió que algunos periódicos dijeran “Je suis Charlie”. Yo me sentía muy distante de un humor que hace daño y que puede causar muertes”.

“El tiempo del autoritarismo pasa a la historia”, ha proclamado el nuevo alcalde de Valencia, Joan Ribó, de la Coalición Compromís. Al recibir el bastón de mando, atributo del poder municipal, le solicitó al secretario del Consistorio que lo guardara.

“Le encomiendo al señor secretario del pleno que lo guarde donde considere porque no es un símbolo que represente mi forma de gobernar.

Prefiero, en cualquier caso, el diálogo con mis vecinos y vecinas”, ha dicho Ribó en valenciano. Al acabar la investidura, sin bastón, ha bajado a la plaza a saludar a los vecinos.

El nuevo alcalde de La Coruña, Xulio Ferreiro, líder del Movimiento Social y Político Marea Atlántica, también se ha dado un baño de masas con los coruñeses, a los que se ha acercado —él sí— con bastón, pero para “ofrecérselo” a los vecinos. “Dejamos de ser el patio trasero de los señores de la desigualdad para ponernos a la cabeza de la primavera democrática que atraviesa Europa”, ha proclamado.

En la misma línea, José María González, Kichi, nuevo alcalde de Cádiz por la candidatura de Por Cádiz Sí Se Puede, movimiento salido del PSOE, ha optado por pronunciar su discurso de investidura dos veces: una dentro del Ayuntamiento y otra fuera, para los gaditanos que han acudido a la plaza del Consistorio.

En Barcelona, la proclamación de Ada Colau como alcaldesa ha estado cargada de símbolos. La constitución del Ayuntamiento ha sido seguida por cientos de ciudadanos en la Plaza de Sant Jaume desde una pantalla porque la nueva regidora de la ciudad ha querido que la ceremonia se viera desde la calle.

Dentro del Consistorio barcelonés se ha habilitado, además, un espacio para los hijos de los invitados. “Los niños no se ven nunca en estos actos y queremos que estén”, defiende la alcaldesa, Ada Colau, madre de un niño de cuatro años.

Colau ha terminado aclamada por miles de ciudadanos congregados a las puertas del Ayuntamiento. “Echadnos si no hacemos lo que hemos dicho”, ha pedido a los barceloneses en sus últimas palabras.

Muchos de ellos eran hace apenas unos meses ciudadanos del “no nos representan”.

Los recién proclamados alcaldes, herederos en última instancia de aquella protesta ciudadana, se han presentado con una revolución en las formas; el siguiente paso serán las nuevas políticas.

En Andalucía, Susana Díaz al jurar su cargo ha dicho: «Muchas cosas no son ni podrán ser como antes». Estuvo arropada por 400 personas, pero especialmente por su familia, por el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, al que nombró como “José Luis”, y por el líder del PSOE, al que citó como secretario general pero no dijo su nombre.

Díaz contó también con la presencia de su marido, José María Moriche, sus padres, José Díaz y Rosa Pacheco, sus hermanas, Diana, Rocío y Laura, y sus sobrinos pequeños, José, Laura y Hugo, que estuvieron más pendiente de mirar a su alrededor que de una ceremonia con mucho político por metro cuadrado.

Fue precedida en su discurso por el presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, y por el ministro de Hacienda y Administración Pública, Cristóbal Montoro. Quiso tener unas palabras de agradecimiento a los presentes pese a reconocer que su mente estaba en “las cosas más sencillas”, en las personas que tienen problemas para llegar a fin de mes y en los que no tienen empleo, con los que se volcará a partir de la nueva legislatura.

Las tres instituciones políticas más importantes de Madrid, Ayuntamiento, Asamblea y Comunidad, destinan más de 24 millones de euros al año para pagar asesores y cargos de confianza. Eso sin contar con los cargos de libre designación y de funcionarios en comisión de servicio.

Un total de entre 430 y mil 500 personas, algunas de las cuales perderán su puesto (o ya lo han perdido), con el consiguiente ahorro, tras los cambios institucionales que deriven de los pactos electorales.

El inminente cambio en las instituciones madrileñas afectará a estos trabajadores y logrará, en nombre de un mejor gobierno, un ahorro de, al menos, 24 millones de euros.

“Es hora de acabar con esa red de gestión paralela creada durante los años de gobierno del Partido Popular a base de asesores y empresas externas, que desarrollan funciones que podrían hacer los trabajadores públicos”, denunciaron los partidos políticos de oposición desde las campañas: “Queremos reducir y limitar los cargos de asesores y puestos de libre designación”. Y lo mismo sucederá en las otras Alcaldías.

España está poniendo el ejemplo. Es un país necesitado de una involución benéfica para las clases más necesitadas. Lo mismo ocurre con otros países vulnerados por las reglamentaciones de la Comunidad Europea: Grecia, Italia, Portugal.

En este momento de la humanidad, viene al tiempo lo escrito por el desaparecido politólogo y filósofo italiano Norberto Bobbio: “En las sociedades que han creado los hombres hay desigualdades brutales: todo aquel que se dedique a lucrar con esas desigualdades debe ser considerado como un individuo de derecha; todo aquel que dé la batalla para paliarlas debe ser considerado de izquierda”.

Y en otro texto menciona: “Derechos del hombre, democracia y paz son tres momentos necesarios del mismo movimiento histórico: sin derechos del hombre reconocidos y protegidos no hay democracia; sin democracia no se dan las condiciones mínimas para la solución pacífica de los conflictos.

En otras palabras, la democracia es la sociedad de los ciudadanos, y los súbditos se convierten en ciudadanos cuando les son reconocidos algunos derechos fundamentales; habrá paz estable, una paz que no tenga la guerra como alternativa, solamente cuando seamos ciudadanos no de este o aquel Estado, sino del mundo”.





           



Comentarios
No hay comentarios en “El nuevo mapa y futuro político de España”