» Temor en Brasil por pérdida de beneficios ganados desde 2003

Esta nota fue creada el sábado, 16 mayo, 2015 a las 20:09 hrs
Sección: El mundo

Brasilia.- Sectores sociales indignados por la situación económica de Brasil, por los casos de corrupción generalizados y por la mala administración del país, salieron a las calles hace unas semanas en son de protesta, traducida ésta en insultos a un gobierno carente de expectativas.

La novedad en el momento difícil y confuso que vive Brasil consiste en que por primera vez en muchos años, la clase media tradicional -colocada entre los ricos y los que no acaban de salir de la pobreza- ha dado un paso adelante.

Luego de la recuperación democrática en 1985, la llamada “clase sándwich” salió por primera vez a las avenidas de las principales ciudades del país para hacerse oír y para exigir un cambio de rumbo en la política.

Se calcula que los dos millones de ciudadanos que tomaron las calles en marzo y abril pasados pertenecían a esa clase media anestesiada que, por primera vez, dejó de guardar silencio, cuando, como en tiempos de la dictadura militar, la voz de orden era ir de la casa al trabajo, y de regreso.

Esa clase media, sin la cual Brasil sería otro, porque es la que ha estudiado y está informada, había quedado medio adormecida, no solamente entre 1964 y 1985 bajo el régimen autoritario, sino con dos gobiernos dirigidos por candidatos del Partido de los Trabajadores (PT).

Sus presidentes, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, que habían puesto el énfasis en el rescate de los más pobres, crearon con acierto la nueva clase C, recién emergida de un fenómeno doloroso y lacerante que caracterizó a los dos Brasiles a lo largo de su historia independiente.

Con esa legión de más de 30 millones de pobres, Lula da Silva consiguió salir ileso de la crisis económica mundial de 2008 que, dígase claramente, arrastró a varias economías latinoamericanas, sin que a la fecha algunas se hayan recuperado. AQUI

La intuición del único mandatario que nación en la miseria del nordeste brasileño y se elevó de su condición de pobre luego de vencer en su cuarta participación como aspirante presidencial, fue crear la sólida red de nuevos consumidores internos aliviados por el crédito fácil.

Lula y sus asesores –entre ellos Dilma Rousseff como ministra de Minas y Energía y de la Presidencia- también idearon programas sociales que la actual crisis económica empieza a querer recortar, con el ministro de Economía, Joaquim Levy, como su ejecutor.

Pusieron atención a esa nueva clase C, considerada la esperanza económica de Brasil, con una sed de consumo jamás soñado durante años hasta que, en 2014, la idea del país sin pobres en su totalidad comenzó a diluirse.

Los grandes organismos económicos mundiales –incluido el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ordena ajustes y recortes fiscales como fórmulas a las crisis-, reconocieron la reducción de la pobreza en Brasil como un hecho real.

Brasil pasó a ser por primera vez mayoritariamente de clase media, aunque se tratara de una clase pobre en educación, analfabeta funcional, que empezó a disfrutar de bienes conocidos solo en los barrios ricos de Sao Paulo, Brasilia, Río de Janeiro y Belo Horizonte.

Esta fue también la enorme reserva de votos incondicionales a los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff en las elecciones de 2002, 2006, 2010 y 2014.

Las protestas del 15 de marzo y el 12 de abril últimos, pusieron en evidencia que, los casi dos millones que salieron a la calle contra la corrupción, contra Dilma Rousseff y contra el PT, pertenecían a esa clase media emergente que exige más derechos y también mayores oportunidades.





           



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