» El sistema linfático es también parte del aparato circulatorio

Esta nota fue creada el lunes, 16 junio, 2014 a las 5:00 hrs
Sección: La corazonada

El uno por ciento del agua que contiene nuestro cuerpo se encuentra contenida en la circulación linfática. Esto significa que si nuestros linfáticos no funcionan, habremos de desarrollar una considerable hinchazón, que recibe el nombre de linfedema.

Esta es la razón de que una paciente que ha pasado por una cirugía de mama con la extracción de los ganglios linfáticos de la axila, tenga hinchado todo su brazo pues se le bloquearon los vasos linfáticos con la cirugía y la linfa no puede regresar a los vasos sanguíneos.

En palabras sencillas, la linfa proviene de la sangre y regresa a ella. Por eso puedo afirmar que el sistema linfático es también parte del aparato circulatorio, pues constituye una segunda red de circulación de los líquidos corporales.

Los componentes del sistema linfático son múltiples y comprenden los ganglios, el timo, el bazo, varias áreas en la garganta, los nódulos linfáticos intestinales, conocidos como placas de Peyer y varios tipos de vasos muy parecidos a las venas y capilares del sistema circulatorio.

Durante nuestra vida intrauterina y en los primeros años de la infancia, el sistema linfático se encarga de desarrollar nuestra inmunidad tanto celular como en base a los anticuerpos y se mantiene alerta por toda la vida para mantener lo que llamamos nuestras defensas. Las amígdalas en la garganta y nariz (las llamadas adenoides) son parte del sistema linfático y se localizan en este sitio para detectar microbios que entren por boca o nariz, de manera inmediata, para producir una respuesta inmune y defender a la persona. En realidad hay varias amígdalas formando un círculo en la garganta, llamado Anillo de Waldeyer, en honor al científico alemán que lo describiera a principios del Siglo XX.

No pretendo hacer una monografía de todo el sistema linfático en esta Corazonada, pues mi objetivo es mostrarles que forma parte integral del aparato circulatorio. Sobre todo me interesa que ustedes tengan el conocimiento de que los vasos linfáticos son una parte fundamental de la circulación tanto en estado de salud como en diversas enfermedades. Los vasos sanguíneos son arterias, venas y capilares, que tienen una estructura perfectamente definida, que puede ser estudiada mediante microscopía, por su pequeño tamaño.

Los capilares por ejemplo, tienen un diámetro apenas superior a siete micras (¡es decir, cada capilar mide siete milésimas de un milímetro!) y tiene un extremo que conecta con las arterias y maneja una presión de treinta a sesenta milímetros de Mercurio y un segundo extremo que comunica con las venas, con presiones menores a quince milímetros. Siempre debe haber un balance entre lo que sale de la sangre en el extremo arterial y lo que regresa en el extremo venoso y eso se logra con los capilares linfáticos que son ciegos por un lado, es decir, sólo tienen un extremo conectado a los demás vasos linfáticos. Los capilares de este tipo recogen sólo el uno por ciento del agua que permanece en todos nuestros tejidos y a través de un gran vaso que circula por el tronco de nuestro cuerpo, llamado Conducto Torácico, que lleva el líquido que recogió por todo el cuerpo, a nuestro sistema venoso central y de ahí al corazón.

Precisamente los capilares linfáticos de los intestinos son los encargados de recoger las grasas durante la digestión, por eso son llamados quilíferos, ya que recogen el quilo, que es rico en grasas, lo llevan al conducto torácico, con lo que la sangre se vuelve lechosa después de las comidas, por la abundancia de quilomicrones que están presentes por poco tiempo en la sangre. De hecho, si a ustedes les hacen un análisis de química sanguínea después de un ayuno de ocho horas, su sangre debe contener cero quilomicrones.

Cuando se obstruye o se lesiona el conducto torácico, se provoca un problema llamado quilotórax, que es una lesión muy difícil de tratar, que aparece ocasionalmente después de un traumatismo severo o una cirugía del tórax.

También es conveniente que conozcan más sobre la hinchazón de una extremidad que se provoca por una obstrucción linfática. En general la llamamos Linfedema, se debe a la acumulación de linfa en un brazo o pierna y no tiene solución. La observamos después de una cirugía por cáncer, a veces después de quimioterapia o radioterapia y en algunas ocasiones el Linfedema se provoca por infecciones en una extremidad o lesiones no muy severas. Este problema obliga al paciente a usar un vendaje o manga de compresión todo el tiempo, en la extremidad afectada y cuidar mucho su piel para no desarrollar úlceras o contraer infecciones que pueden poner su vida en peligro. Requiere también de fisioterapia y el paciente debe ser instruido de manera exhaustiva para evitarle complicaciones.

Este tema pudiera parecer árido, pero es fundamental que ustedes, amables lectores, conozcan más de su cuerpo para que se defiendan mejor.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com

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Hasta la próxima.





           



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